Génova, un pueblo de marinos

Ahora Génova, ubicada sobre el Mar de Liguria en el Noroeste de Italia, forma parte de esa región, pero durante la Edad Media las cosas eran muy distintas; era la República de Génova la que mantenía a toda la Liguria bajo su tutela. Génova era una potencia marítima. Su puerto, ya muy activo, aprovechó las cruzadas para extender su supremacía hasta África del Norte, Crimea y Siria.

Belleza europea

En lucha constante con sus ciudades rivales ( Pisa y Venecia) Génova, debilitada, pronto padeció la opresión de potencias extranjeras. El puerto, sometido a la dominación española, fue decayendo. Por orden del rey de Francia, Luis XIV, la ciudad fue bombardeada; un siglo más tarde debieron venderles la isla de Córcega que formaba parte de sus posesiones y en la época napoleónica toda la región cayó en manos francesas y Génova se convirtió en tal sólo una capital departamental más. Hasta que al fin, a mediados del siglo XVI, el Almirante Andrea Doria le dio la independencia.

Fue en los siglos XVI y XVII que Génova construyó sus más bellos palacios, de los cuales no alcanza con contemplar sus bellísimas fachadas sino que hay que recorrerlos por dentro pues albergan verdaderos tesoros artísticos. En la Vía Valvi, el palacio de la Universidad y su imponente escalinata; el Palacio Real con sus salas decoradas con ricas tapicerías, frescos y cuadros; en la Vía Garibaldi, el Palazzo Bianco y el Palazzo Rosso, que rivalizan en prestigio, albergando uno y otro obras de los más grandes maestros.

Una colección de obras de arte

Dos plazas simbolizan la Génova de ayer y la de hoy: La pequeña Piazza San Mateo, armoniosamente enmarcada por las casas de los Doria y la Piazza de Ferrari, corazón de la ciudad contemporánea. Desde el mirador del Monte Righi se descubre Génova con todos sus contrastes, suntuosos palacios de mármol y antiguas callejuelas estrechas; las siluetas anónimas de los grandes edificios actuales y las fachadas pintorescas de las casas de antaño (entre las que se puede buscar aquella en la que se supone naciera el gran navegante Cristóbal Colón).

Los tejados superpuestos escalan el anfiteatro formado por las colinas que rodean el puerto. En el centro, el campanario gótico de la Catedral de San Lorenzo pugna por acaparar la atención, desde el siglo XVI, con la torre cuadrada de la Lanterna, el faro que brilla sobre el bello mar como antes brillara esta gran ciudad marítima.

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