La compañía Uber se convirtió rápidamente en una de las más importantes en el rubro tecnológico con su novedoso e inevitablemente polémico modelo de economía colaborativa, que le valió al mismo tiempo su enorme éxito y su rápida expansión internacional, y el ser objeto de numerosas protestas y acciones legales en todas partes del mundo.
Fundador de Uber se ve obligado a renunciar tras una serie de escándalos

Pero los problemas para Uber lejos estaban de acabarse con esto.
La compañía se ha visto envuelta en una serie de escándalos y controversias públicas relativas ya no a su incumplimiento de normativas y regulaciones del transporte público, sino a sus cuestionables manejos corporativos y conductas de sus ejecutivos.
Una compañía como Game of Thrones

A comienzos de este año los rumores sobre la pésima cultura corporativa de Uber comenzaron a cobrar fuerza.
Empleados compararon el ámbito laboral con Game of Thrones, con luchas de poder, agresiones y traiciones auspiciadas por la compañía en su manejo de ascensos y promociones.
También denunciaron la aplicación de soluciones ineficientes y poco confiables a los desafíos de mercado, tratando de mantener su reputación de compañía exitosa e innovadora.
En el rubro, trabajadores de recursos humanos comenzaron a considerar el haber trabajado en Uber como una “mancha negra” en el currículum de un potencial empleado.
«Si te fue bien en ese ámbito y con esos valores que maneja la compañía» dijo un encargado de recursos humanos del área tecnológica, «probablemente no te quiero trabajando conmigo».
Sexismo y acoso

A esto se suman las sonadas controversias sobre el sexismo en la compañía, un fenómeno que se extiende a todo Silicon Valley (como lo sabe la genial serie del mismo nombre) pero que en Uber tiene un fidedigno representante.
Primero surgió la denuncia pública de una exempleada hace unos meses, con una historia de acoso sexual seguida de un condenable manejo de la situación por parte de todos sus superiores.
Hace unos días nada más, unos comentarios fuera de lugar de uno de sus directores, que acaba de renunciar, ocasionaron una nueva crisis de imagen pública.
Problemas para el CEO

Para empeorar esta reputación, Travis Kalanick, CEO y co-fundador de Uber, ha protagonizado sus propios escándalos públicos.
En febrero se difundió un video en el que aparece discutiendo fuertemente con su propio conductor de Uber, que le recrimina la baja de las tarifas y por ende la menor ganancia para los conductores. «Algunos no se responsabilizan por las cosas que les suceden» le dice ofuscado Kalanick al conductor, «tienen que culpar a alguien más por todo».
Cuando se hizo público el incidente, Kalanick realizó una disculpa pública, diciendo que debía cambiar como líder de una compañía y esencialmente madurar.
Ahora, finalmente Travis Kalanick ha renunciado a su puesto como CEO de Uber.
La renuncia fue obligada luego de la presión ejercida por varios de los principales inversores de la compañía, cuyo valor se ubica ahora cerca de los $70 mil millones de dólares.
De todas maneras, Kalanick seguirá en el consejo directivo.
«Quiero a Uber más que a nada en el mundo» dijo Kalanick en un comunicado, «y en este difícil momento personal he aceptado el pedido de los inversores de dar un paso al costado para que Uber pueda volver a ser una compañía constructiva y no distraerse con una nueva pelea».
Kalanick se suma así a toda una serie de ejecutivos de la compañía que han renunciado en los últimos tiempos en medio de los escándalos y cuestionamientos.
Un ex fiscal general, Eric Holder, había sido contratado por Uber para conducir una investigación relativa a las denuncias de acoso sexual y conductas impropias, que se cuentan por decenas.
A comienzos de este mes, y como resultado de esa investigación, se despidieron 20 empleados de la compañía, pero eso no ayudó a limpiar la imagen general de Uber y mucho menos la de su fundador.






