Femicidio de Micaela: por qué los culpables no son solo dos

El país entero buscaba Micaela, la joven que había desaparecido camino a su casa en la ciudad de Gualeguay, Entre Ríos. La buscaban viva. Pero apareció muerta, desnuda y semienterrada en un descampado.

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El presunto femicida es Sebastián Wagner, un hombre que había sido condenado a 9 años de prisión por dos violaciones y que fue beneficiado con libertad condicional antes de cumplir su condena por orden del Juez Carlos Alfredo Rossi.

Hoy Wagner se encuentra detenido, y Carlos Alfredo Rossi probablemente se enfrente a un juicio político, ya que tanto el informe del Equipo Técnico Criminológico y del Consejo Correccional de la Unidad Penal N°9 (en donde estaba alojado) como el del Juzgado de Ejecución de Penas (su propio equipo) recomendaban la NO liberación. 

¿Bajo qué condiciones fue liberado Sebastián Wagner?

El equipo interdisciplinario del juez, manifestó en su informe de 2016 sobre Wagner: "No ha adquirido la capacidad de comprender y respetar la ley, no ha desarrollado una evolución favorable por lo que el grado de reinserción social alcanzado no admite un pronóstico favorable para el acceso al instituto de la Libertad Condicional, conclusión que se arriba en términos probabilísticos, conforme criterios de razonabilidad pero cuya certeza no es absoluta."

A pesar de los informes que recomendaban lo contrario, el Juez a cargo ordenó la libertad condicional bajo algunas normas de conducta. La pregunta es, ¿quién es el encargado de controlar que se cumplan? En el fallo, indicaba que Wagner debía seguir los siguientes puntos: 

a) Comprometerse a residir en el domicilio sito en el Barrio Holanda, Casa N°3, Manzana 39 A-1 de la ciudad de Gualeguay, Provincia de Entre Ríos. b) abstenerse de frecuentar lugares nocturnos, consumir alcohol y estupefacientes. c) desempeñar una actividad laboral o profesional de conformidad a su capacidad y/o conocimiento o bien capacitarse cursando los estudios pertinentes. d) abstenerse de mantener contacto alguno con las víctimas de los hechos por el cual cumple condena y en caso de concurrencia ocasional en la vía pública, mantenerse a una distancia mayor a los cien metros. e) Realizar tratamiento psicoterapéutico por su problemática de violencia sexual y adicciones, debiendo el servicio social de la Unidad Penal Nº 7, orientar a dicho interno sobre el lugar de realización y periodicidad del mismo, estando a cargo de WAGNER presentar la constancia de asistencia al referido tratamiento ante el Patronato de Liberados. f)) no cometer nuevos delitos, para lo cual deberá, presentarse una vez por mes ante el Patronato de Presos y Liberados, de la ciudad de Gualeguay.

Pero más allá de los responsables directos (Wagner y Rossi), que deberían cumplir la penalización correspondiente, es momento de expandir nuestra mirada y observar con más detenimiento el sistema que permite que chicas -como Micaela- mueran en manos de hombres violentos, y que hombres -como Wagner- estén libres sin ningún tipo de control.

Si cumplía la condena completa, ¿la historia hubiera sido otra?

La condena por las dos violaciones cometidas, se cumplía en 2018. Más allá de que el juez la adelantó, ¿es posible que Wagner reincidiera igual? 

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Nuestro sistema penal cuenta con fallas graves. Muy graves.

Las tasa de reinserción en delitos sexuales es muy elevada y una de las formas de reducirla es a través de un seguimiento psicológico de cada una de las personas que fueron condenadas. No una recomendación, sino la obligación por parte de quien cometió el delito de asistir periódicamente a sesiones con especialistas que puedan dar indicios de su evolución y por parte del sistema judicial de asegurar su cumplimiento.

El estado y el sistema penal son los garantes de la seguridad de los argentinos. Por eso, son ellos quienes deben asegurarse de que una persona que haya cometido delitos sexuales o de cualquier tipo, no reincida. Para eso, el sistema penitenciario debería educar, analizar, readaptar y contribuir a la reinserción social. 

Sabemos que nada de esto sucede. No solo porque las cárceles de nuestro país poseen sus propias reglas, sino porque una vez liberados, quienes deberían garantizar nuestra seguridad se desvinculan de la situación.

Necesitamos leyes que nos protejan a las potenciales víctimas y controlen y penen a los responsables. Necesitamos un sistema que funcione en su totalidad, y que no solo se dedique a dictar sentencias.

Hoy fueron Micaela, Wagner y Rossi. Pero mañana la cadena será otra porque mientras no se modifique el sistema y vayamos al problema de fondo, lo único que lograremos es intercambiar los nombres propios.

Podés ver: Por qué NO se debería bajar la edad de imputabilidad en Argentina (y cuál es la solución)