Escrachó a su papá por abusos y violaciones durante su infancia: aún sigue libre

Romina Balaguer es una argentina que semanas atrás volvió de España (donde vive) para confrontar y denunciar públicamente a su padre, que abusó sexualmente de ella por más de 18 años.

PUBLICIDAD

En un video publicado hace aproximadamente 2 semanas, el padre confiesa cada uno de los crímenes por los cuales su hija lo acusa, mientras cenaban en un restaurante de la localidad de Olavarría.

El testimonio inmediatamente se viralizó en las redes sociales, con cientos de muestras de apoyo a la víctima y motivó una investigación por parte de la fiscalía de Olavarría, que le abrió una causa por abuso sexual.

Sin embargo, luego de ser notificado, su padre se fugó de la zona con un bolso lleno de dinero provisto por los dueños del hotel donde trabajó por más 20 años. Su hija, lamentablemente, no espera justicia.

«La causa se encuentra prescripta. No me interesa que mi padre vaya a la cárcel. Solo quiero que vaya a un psiquiátrico y que la vida se encargue de él»

Por lo pronto, Romina espera volver pronto a Barcelona, donde vive con su marido: «Necesitaba cerrar este ciclo porque me estaba muriendo. Tenía pesadillas todos los días. No podía dormir. Tengo muchas enfermedades y tomo 12 pastillas por esto».

Según la víctima, el abuso fue por años avalado por su propia madre y hermanos, quienes sabían lo que su padre le hacía desde que era una bebé: «Hubo torturas de parte de mi padre, mi madre y hermanastro. Si lloraba o me hacía pis en la cama, me arrodillaban sin ropa en maíz y me pegaban con lo que tuviera en la mano».

Años atrás, Romina fue visitada por su madre, quien negó todo y le dijo que «no sabía nada». Fue luego de varios años que decidió volver para denunciar públicamente a su padre. Sin embargo, fue en vano: «lo notificaron, le tomaron las huellas y lo dejaron libre», dijo la víctima.

Se trata de un nuevo caso de violencia machista que echa luz sobre una situación que se vive en cientos de hogares en todo el país, pero de la que poco se habla. ¿Hasta cuándo vamos a seguir mirando para otro lado?