En el límite con Turquía, frente a la isla de Samotracia (célebre por la bellísima escultura en mármol de la Victoria alada, hallada allí y hoy exhibida en el Museo del Louvre) hay una región muy distinta de la Grecia que solemos ver en miles de imágenes que recorren el mundo: el maravilloso norte de Grecia.
El norte de Grecia, distinto de Atenas


Bellísimas tierras de luz
En Tracia todo es más austero, más sobrio, comenzando por el paisaje mismo. La visión de alturas desnudas y llanuras que fueron pantanos en el pasado lleva al alma humana hacia el recogimiento, hacia el misticismo.
En el extremo de esas tierras donde se celebraron batallas contra Roma, aparece ante nuestros ojos la animada y colorida ciudad de Kavala,rodeada por un perfecto hemiciclo de colinas. En poder de los turcos hasta el año 1912, aún conserva de ellos los esbeltos minaretes. Su puerto tiene más de oriental que de griego, con su antiguo barrio musulmán y su llamativo mercado de pescado.

La Macedonia occidental, región que limita con Yugoslavia y Bulgaria, es una zona riquísima en recuerdos de la época bizantina. Con sus tres dedos apuntando hacia el Mar Egeo la Península Calcídica abre sus puertas de par en par a los visitantes con importantes centros vacacionales.
Contrastando con ellos el Monte Athos conforma un estado dentro del estado. Allí unos veinte monasterios están poblados y administrados absolutamente por monjes ortodoxos desde hace más de mil años, sólo se puede acceder a ellos a pie o a lomo de burro y a algunos otros en pequeñas barcas.
Están rodeados de murallas, flanqueados por torres y fueron erigidos en los lugares más maravillosos. Los más viejos datan del siglo X: son Vatopedi, Iviron y el Gran Lavra. Pero fue en el siglo XV cuando la religiosidad del Monte Athos estuvo en pleno apogeo.
Esculturas del tiempo
A 130 kilómetros de aquella península encontramos a la bella y moderna Salónica, ciudad encaramada sobre un golfo protegido de los vientos. Lleva el nombre de la esposa de su fundador, el rey Casandro de Macedonia.
Lo antiguo se mezcla en sus calles con lo nuevo. La fachada que da al mar es la de una metrópolis de gran dinamismo, pero oculta un barrio de marcado carácter oriental y coloridas callejuelas. Es el segundo puerto comercial del país y una rica villa comercial e industrial aunque conserva su encanto a pesar de la invasión del cemento y podemos descubrir en ella iglesias bizantinas alegradas ocasionalmente con minaretes o adornadas con antiquísimos mosaicos con fondo de oro, como San Jorge o la notable Santa Sofía construida en el siglo VIII.
En la Macedonia interior, a orillas de un lago, nos topamos con Kastoria (ciudad de los castores), centro de artesanos peleteros. Allí se fabrican tapices de largo pelo denominados flocates que son el orgullo de los habitantes, así como sus setenta y dos iglesias y capillas.

Más hacia el sur nos recibe Tesalia, vasta región agrícola dominada por el Monte Olimpo, el más alto de Grecia. En ella nos seducen el macizo de Pelion, el puerto de Volo y, sobre todo, el conjunto paisajístico de los Meteoros, inmensas agujas de piedra talladas por la erosión. En lo alto de estos gigantes irreales, semejantes a nidos de águila, encontramos un gran número de monasterios, el mayor de los cuales hasta posee una bella iglesia del siglo XIV.
El norte de Grecia es el destino indicado para los que aman la paz y la tranquilidad pero aunadas a las comodidades de la vida actual.
¿Cuál es tu destino favorito del norte de Grecia? ¿Por qué la visitarías?







