Al este del continente africano, en la frontera entre Tanzania y Kenia, más precisamente en la provincia del Gran Valle del Rift, a una altitud de 600 metros sobre el nivel del mar, se encuentra el Lago Natrón, un lago que cuenta con características muy especiales. Los guerreros masai, tan antiguos en esas tierras como los flamencos rosados mismos, decían que éstos brotaban, como espíritus, de las profundidades del lago.
El Lago Natrón y sus flamencos rosados

Una rareza muy bella
Y hasta mediados del siglo pasado no había por qué no creerlo, puesto que nadie sabía dónde anidaban para llevar a cabo su reproducción. Hasta que Leslie Brown, el más célebre estudioso del comportamiento de estas aves, resolvió el misterio. Cerca de cuatro millones de flamencos menores (científicamente conocidos como Phoenicopterus minor), dos tercios de la población global de ellos, viven en los lagos africanos de sosa.

Lugar ideal para safaris fotográficos: ante nuestros ojos se agolpan miles de impresiones. Al norte de Lengai nos detenemos en la llanura próxima al lago y ya pueden verse decenas de miles de brillantes y coloridos flamencos alimentándose y volando a lo largo de la orilla. Allí se permiten el lujo de exhibirse en toda su belleza, puesto que ningún predador se acercará siquiera. Desde lejos el lago parece sereno y atrayente, con el cielo reflejado en su superficie, pero el Natrón puede devorar la ropa, la piel, los huesos e incluso llevar a la muerte a los animales que beban en él. Pero no a estos refinados flamencos.
Los magníficos habitantes de la zona
En este lago salado, de origen tectónico y cuenca endorreica crece una cianobacteria llamada spirulina, antes clasificada como alga, que tiene un alto valor nutritivo, y de ella es que se alimentan las aves. La bacteria es de color azul-verdoso, pero contiene pigmentos fotosintéticos que luego influyen en el color del plumaje de los flamencos. El sabor amargo del agua del Natrón lo produce el carbonato de sodio que se halla presente en las cenizas volcánicas que cubren la tierra y en las fuentes alcalinas que alimentan el lago; los flamencos usan sus fuertes picos para extraer el alimento que necesitan y luego van a lavarse y a beber agua a los manantiales de agua dulce cercanos.

Es hermoso verlos orgullosos dueños de sus posesiones, seguros y tranquilos de que no serán molestados. La cantidad de bellas fotos que se pueden obtener de esta especie, única por su particularidad, es increíble, ya sea alimentándose, sociabilizando, volando o posándose en la espuma blanca producida por la sosa en las orillas.
Nos aguardan, sólo hay que preparar la cámara y partir hacia allí.
¿Conocían el Lago Natrón? ¿Les parecen interesantes sus características?







