Con toda seguridad, has experimentado alguno. La ciencia explica lo que está detrás de estos fantásticos estremecimientos.
El extraño fenómeno de los «orgasmos de piel» que provoca la música

Rachmaninov excita a Loui
Loui se encontraba en el dormitorio de un amigo cuando empezó a sonar el Concierto N° 2 para piano de Serguei Rachmaninov. Un escalofrío le recorrió la columna vertebral, sintió estremecimientos, aleteos en el estómago, el corazón se le aceleró.
Experimentó lo que se conoce como un « orgasmo de piel musical»
Loui es un consumado pianista y violinista, pero no es necesario ser músico para que los sentidos se electrifiquen de esa manera. A todos nos ha pasado cuando suena esa pieza musical singular, estemos en la casa, el centro comercial, la iglesia o el metro.
Loui se graduó de psicólogo en la Universidad Wesleyana. No sabemos si la experiencia relatada intrigó a Loui de tal forma, que escogió esa profesión, pero lo cierto es que la ha investigado.
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Orgasmos frecuentes

Revisando un poco de historia, Loui encontró que en un estudio de 1991 que incluyó músicos profesionales y personas sin oficio musical, se reportó que casi la mitad de los encuestados había sentido temblor, sofocos, sudoración e incluso excitación sexual mientras interpretaban o escuchaban sus piezas favoritas.
No es una inquietud reciente. Desde hace tiempo, algunas culturas orientales han discutido la dimensión erótica de escuchar música profunda.
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Orgasmos de laboratorio

Los neurocientíficos han puesto a grupos de personas con distintos perfiles a escuchar sus canciones favoritas, mientras cartografían sus cerebros con escáneres de resonancia magnética, en busca del origen de los orgasmos de piel.
Puede pasarte con Adele o Wagner; con Beyonce o Mozart. Los investigadores establecieron que los cambios repentinos de armonía, los saltos de suave a intenso y las disonancias que chocan con la melodía principal son los factores que más influyen en los estremecimientos musicales.
Es como si estos cambios suscitaran una respuesta fisiológica instantánea que nos produce el orgasmo de piel, dice Loui.
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La música es una buena droga

De manera similar a cuando se consume alguna droga o se tienen relaciones sexuales, los escalofríos musicales están ligados a una mayor liberación de dopamina, un neurotransmisor cerebral.
Otra investigación de Avram Goldstein, de la Universidad de Stanford, fundador de la farmacología molecular, descubrió que bloqueando la señalización de opiáceos del cerebro se reduce significativamente la capacidad de sentir orgasmos de piel.
El fenómeno está estrechamente ligado a nuestras propias experiencias vitales. Es por eso que una canción que nos marcó por alguna circunstancia puede hacerse orgásmicamente adictiva.
Y teniendo la música y el sexo, ¿quién necesita drogas?
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