El acoso sexual callejero del que nadie habla: cómo lo viven las mujeres con discapacidad visual

Muchos podrán llamarlo «piropo», pero el acoso callejero es un tipo más de violencia de género que se encuentra naturalizado en todas partes del mundo. Afecta a millones de mujeres en el día a día, pero casi nadie menciona que también lo padecen las que tienen discapacidad visual.

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Lucha contra el acoso sexual callejero

La Biblioteca Argentina para Ciegos (BAC) que, como institución de referencia para personas con discapacidad visual, quieren generar conciencia sobre lo que viven las mujeres que frecuentan el barrio de Almagro al dirigirse a dicha biblioteca. ¿El objetivo? Visibilizar el acoso que sucede en las calles y que millones de mujeres enfrentan a diario.

«Queremos generar conciencia en la comunidad del barrio acerca de las recomendaciones para interactuar con mujeres ciegas y con baja visión en los espacios públicos, para evitar situaciones de acoso sexual, y sobre la importancia de ayudar en caso de ser testigo de una situación de acoso callejero. Queremos mostrar cómo nos pueden ayudar a cruzar la calle sin provocar momentos incómodos», escribieron en su página.

Es que, tal como especifican en el comunicado, con frecuencia las mujeres ciegas enfrentan situaciones de acoso sexual: «Bajo el pretexto de querer ayudarnos, nos agarran sin previo aviso, haciéndonos pasar momentos desagradables», explican.

Pero, ¿cómo es sufrir acoso callejero sin poder ver? ¿Son el blanco perfecto para los acosadores?

Verónica González: la periodista argentina con discapacidad visual que cuenta su historia

Verónica González es una periodista argentina que, en conversación con VIX, contó en primera persona cómo se vive el acoso callejero teniendo discapacidad visual.

¿Viviste situaciones de acoso sexual?

«Sí, sufrí manoseos por parte de algún que otro vecino que consideraba de confianza y 12 años atrás sufrí un intento de violación».

¿Cómo fue el intento de violación que sufriste?

«En el intento de violación la excusa fue “te ayudo a cruzar la calle” y luego me acompañó unas cuadras. Íbamos caminando y en un momento él en vez de seguir derecho, dobló. Se lo dije y me respondió: “Bueno, en la cuadra que viene retomamos”. Eso es habitual, la gente no suele escuchar para dónde uno quiere cruzar o seguir, quizás tenga que ver con que no saben cómo actuar y se ponen nerviosos. Cuando doblamos, salimos a un callejón, él se paró frente a mí para atarse los cordones y ahí tuve una sensación horrible. Se paró y me puso algo en el pecho que no sé qué era, tampoco me preocupé mucho de averiguarlo, no sentí que me iba a violar, sino que me iba a matar. Me manoseó y me decía que le diera un beso, no lo hice. Me preguntó si era virgen y le dije que no, incluso con un tono que ahora que lo pienso hasta resultaba gracioso. Comencé a hablarle, a decirle que él se estaba aprovechando de mí porque yo no veía, esto mientras lloraba claro… Y no sé qué le dije o si fue porque le dije que no era virgen, pero se fue. La verdad que me sentí muy mal y durante mucho tiempo sufrí las consecuencias, creo que ahí fui consciente de mis propios límites, de saber que yo no podía salir corriendo si un tipo me atacaba. Cuando fui a trabajar le conté a mi jefa de ese momento y me dijo: "Y claro, vos que andás siempre con remeritas escotadas, en fin… comentario típico de mujer machista».

¿Qué sentís cuando crees recibir ayuda de un hombre en la calle y luego te das cuenta de que su objetivo era otro?

«Hay situaciones en las que me dio risa. Cuando iba a la facultad había un chico que me esperaba en la combinación del subte para invitarme a tomar un café, nunca fui, pero me daba risa el hecho de que siempre estaba ahí y no se ponía pesado. Me parece que el límite es cuando no entienden que no somos un objeto, sino mujeres capaces de tomar nuestras propias decisiones y con un cuerpo sobre el que decidimos y el que disfrutamos».

¿Por qué crees que es importante visibilizar que el acoso callejero es una realidad sumamente presente en las mujeres con discapacidad visual?

«Porque me parece que por un lado la gente que no tiene discapacidad visual no toma conciencia de que esto ocurre, pero, sobre todo, creo que también hay que darles herramientas a las mujeres con discapacidad visual, sobre todo a las más chicas. Imagínate lo que hubiese sido para mí si el intento de violación me hubiese ocurrido a los 15 y no a los 28 como fue en mi caso. Creo que sería devastador».

¿Crees que las mujeres con discapacidad visual suelen ser el blanco perfecto para los acosadores?

«No, yo creo que es algo que nos pasa a todas las mujeres, lo que pasa es que, al tener una discapacidad, estamos un poco más indefensas en la posibilidad de reaccionar o como te decía, de salir corriendo. También pasa que, al tener una discapacidad, puede pasar más fácilmente que no nos crean, por los estereotipos que aún persisten sobre nuestros cuerpos, sobre la posibilidad de ejercicio de nuestros derechos sexuales y sobre nuestra capacidad de toma de decisiones».
Imagen VIX

De Buenos Aires al mundo, el acoso sexual callejero es una problemática que atraviesa diferentes países. Verónica González habla en nombre de todas esas mujeres con discapacidad visual que están cansadas de ser consideradas vulnerables e indefensas.

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