Egerszalók es una villa y spa a cielo abierto de aguas termales que se encuentra en el Condado de Heves en el noreste de Hungría, a 133 kilómetros de la capital Budapest y a sólo 8 de la segunda ciudad en importancia, Eger. El agua termal del popular balneario ubicado a orillas del Arroyo Lasko proviene de un acuífero localizado debajo de los Montes Matra.
Egerszalók y sus aguas termales

Minerales revitalizantes
El clan Szalók se estableció en la región a mediados del siglo XIII, aproximadamente, y de aquellos primeros pobladores deriva el nombre actual de la villa. Hacia el 1730 el lugar comenzó a ser utilizado con fines terapéuticos, pero las instalaciones actuales provienen del año 1961. Antes de entrar en las piletas del spa, las calientes y vaporizadas aguas fluyen formando una serie de cascadas de carbonato de calcio que es lo que tiene en suspensión el agua y se deposita al tomar contacto con la temperatura exterior. Esa sustancia porosa recibe el nombre de tavertino, componente también de las estalagmitas y las estalactitas, pero muchos la confunden con la sal y es por ello que a la colina formada por ellas fue bautizada Salt Hill.
Pero no todos los minerales se depositan sino que algunos permanecen en el líquido, como el calcio y el magnesio, y ellos son los que le dan las propiedades benéficas al agua de las 17 piscinas que cubren una superficie de 1.900 metros cuadrados.
El complejo turístico está rodeado por pinos, manzanos y apacibles viñedos que producen un excelente vino tinto, el Egri Bikavér, conocido popularmente como sangre de toro, el cual puede ser degustado mientras se disfruta de un relajante baño en las aguas termales.
Bellos paseos y exquisita gastronomía
Otro sitio muy visitado en Egerszalók, por peregrinos de todo el mundo, es la iglesia católica de María Milagrosa, que data de la primera mitad del siglo XVIII, y donde se destaca una imagen de la Virgen completamente tallada en madera en estilo rococó. Un paraje muy llamativo en las afueras, es el de las piedras colmenas, donde hay grandes formaciones cónicas de dura riolita; más hacia el sur se pueden ver hasta viviendas excavadas en ese tipo de roca.
Y no debemos irnos sin disfrutar el goulash, menú típico de la cocina húngara, que es una espesa sopa de carne que se asemeja más a un guiso y es en verdad exquisita, muy condimentada como el resto de sus preparaciones. Para el postre no nos puede faltar la Dobostorta, un pastel de moka y caramelo de sabor incomparable.
En este hermoso rincón de Hungría el buen vivir es costumbre y todos los sentidos encuentran satisfacción. Seguramente, no querremos marcharnos jamás una vez que lo hayamos conocido.
¿Qué les parecería visitar Egerszalók? ¿Harían uso de sus aguas termales?







