Eger está ubicada en el Condado de Heves, al este de las Montañas Matra, y es la segunda ciudad en cuanto a tamaño se refiere del norte de Hungría. Se la reconoce mundialmente por sus baños termales, por su castillo, su minarete y sus exquisitos vinos (varios blancos y uno rojo, el Egri Bikavér). Su nombre al parecer deriva de la palabra húngara égerfa que es como se denomina allí al árbol conocido como Aliso en el resto del mundo y de los cuales hay muchos en la zona.
Eger, una ciudad barroca en Hungría

Guerras religiosas
Hubo asentamientos en la región desde la Edad de Piedra pero la ciudad tal y como la conocemos hoy fue fundada por el primer rey cristiano de Hungría, San Esteban, entre los siglo X y XI aproximadamente, al instituir un obispado en el lugar. La primera catedral (cuyas ruinas se pueden visitar) se construyó en la Colina del Castillo y se transformó en un importante centro religioso casi de inmediato.
Durante los siglos XIV y XVI la plantación de viñas trajo consigo la prosperidad económica. Cuando en el siglo XVI los turcos avanzaron sobre Hungría, la ciudad se convirtió en un importante baluarte fronterizo y resistió en el año 1552 el renombrado Sitio de Eger, por parte de aquellos, con honor y valentía. Al repetir el ataque en 1596, con una fuerza mucho más poderosa, los turcos vencieron su resistencia e impusieron sus reglas en Eger por casi cien años, en los cuales las iglesias fueron convertidas en mezquitas, el castillo se reconstruyó y otras estructuras se levantaron, como los baños públicos y los minaretes.
Una ciudad barroca
En los siglos XVIII y XIX los sucesivos obispos católicos que tuvo la ciudad la dotaron de hermosos edificios, en estilos Barroco, Rococó y Neoclásico, que aún nos muestran su magnificencia, como el Palacio Episcopal, la Municipalidad, el Liceo (hoy funciona en él el Eszterházy College) y varias iglesias. El punto neurálgico se sitúa en el barrio de Belváros, llamado “la Perla Barroca de Europa”, donde la bella Plaza Dobó y la Iglesia de San Antonio sobresalen. El parque más grande de la ciudad es el Jardín del Obispo, en su pequeño lago se llevan a cabo múltiples actividades acuáticas.
Eger está conectada por tren a Budapest, la estación se sitúa a un kilómetro y medio del centro, y micros de larga distancia parten de la ciudad misma con destino a la capital cada treinta minutos, el trayecto dura una hora y media. Si deseamos visitar las afueras podemos subir a un bus con destino a Felsotarkany, en esa localidad se realizan senderismo y ciclismo de montaña, con caminos perfectamente señalizados. Eger es una maravilla del pasado que aún podemos ver en todo su esplendor, el visitarla no nos defraudará en lo absoluto.
¿Qué les parece Eger? ¿Visitarían esta ciudad?







