¿Cuál es la historia detrás de los tradicionales (y exorbitantes) árboles de Navidad de la familia real?

Es religioso. En diciembre de cada año, el palacio de Buckingham se dispone a celebrar la Navidad de una manera muy particular. El personal de la familia real coloca árboles navideños -que trae específicamente de Windsor- y los decora en tonos dorados y verdes, con pequeños detalles al estilo "real", para luego situarlos en el hall de entrada del palacio. Las escaleras, por su parte, son acompañadas de una larga guirnalda con pequeños apliques, haciendo de la decoración, algo imponente.

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Por supuesto, como la mayoría de los hábitos de la monarquía británica, esta costumbre no es nueva y data de finales de siglo XVIII, a partir de una práctica que fue ganando lugar dentro de las familias reales.

Los orígenes del árbol de Navidad

La leyenda cuenta que la tradición nació en Alemania a mediados del siglo XVI creada aparentemente por Martín Lutero, un teórico religioso principal impulsor del cristianismo protestante. Se cree que el filósofo lo ideó una noche como cualquier otra con el único fin de que sus hijos recordaran a Jesús. No pasó demasiado tiempo para que aquello se convirtiera en una verdadera costumbre en toda Alemania.

La reina Charlotte: la precursora del árbol de navidad en Inglaterra

El árbol de Navidad era todo un éxito en Alemania pero fuera de las fronteras del país nadie conocía ese hábito. Fue la reina Charlotte, también alemana y esposa del rey Jorge III, quien introdujo por primera vez en Gran Bretaña la costumbre y no los reyes Victoria y Alberto, como por mucho tiempo se creyó.

Ella había nacido en el Ducado de Mecklemburgo-Strelitz y cuando se mudó a Inglaterra trajo consigo varias tradiciones de allí, entre ellas, la de armar el árbol navideño. Mientras en Alemania parecía ser un ritual más que nada privado, la reina Charlotte quiso que en el país que ahora vivía fuera distinto.

Charlotte quería compartir esta experiencia con su familia, con sus amigos. No colocó el árbol en un lugar cerrado sino en una de las habitaciones más grandes del palacio para que todos pudieran festejar alrededor de él. Lo adornó con cirios de cera y guirnaldas.

Una vez listo, los invitados comenzaron a cantar villancicos y repartieron pequeños presentes. Si bien al principio causó polémica en la aristocracia británica, con el paso del tiempo y poco a poco, se fue convirtiendo en una de las costumbres reales de Navidad más importantes.

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Tanto es así que en 1818, cuando la reina Charlotte murió, el árbol de Navidad pasó a ser algo establecido en la sociedad inglesa. Fue la reina Victoria, su nieta, la que desde la infancia incorporó el hábito de festejar rodeada de este símbolo de las fiestas.

No sorprendió cuando en 1840, el príncipe Alberto, casado con la reina Victoria, importó ejemplares de abeto de Coburgo, su ciudad natal, para continuar con la tradición. De hecho, hasta el día de hoy, la familia real se toma con seriedad el hábito y sorprende al pueblo con su increíble espíritu navideño: todos los años, 3 árboles son situados en el Marble Hall. Y recuerdan al siglo XVIII, de alguna manera.

¿Ya conocías esta historia?

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