Kaleth tiene 20 años y es uno de los tantos jóvenes que gracias a la Escuela Interétnica de Liderazgo Juvenil ha podido recorrer las cuencas de los ríos y aprender acerca de su territorio, el valor de la autonomía y la responsabilidad de los jóvenes en hacer valer sus territorios.
¿Conoces la escuela que enseña a los indígenas de Colombia a defender sus territorios?

Esta escuela promueve la formación de jóvenes pertenecientes a comunidades mestizas, afro e indígenas de la zona del departamento del Chocó, en la costa pacífica colombiana.
La escuela recibe a estudiantes de entre 14 y 29 años hace 4 años. Y reúne periódicamente a los jóvenes y a líderes comunitarios de la región para ofrecer clases y activar discusiones referentes a cómo lograr un mejor futuro.
Porque la educación es la clave

El territorio de los jóvenes de Chocó se ha convertido en campo de batalla del conflicto colombiano entre las guerrillas y los paramilitares. La violencia, las desapariciones, los asesinatos y reclutamientos han ocasionado que en 2016 se registraran 242.000 desplazamientos de personas.
Según la Unidad de Atención para las Víctimas, hasta noviembre de 2016, casi 90.000 personas han sido expulsadas del municipio de Riosucio, cifra que representa prácticamente toda su población.
Frente a esta realidad, la preocupación de los líderes de las comunidades afrocolombianas e indígenas impulsó la iniciativa de la Escuela Interétnica de Liderazgo Juvenil para que los jóvenes pudieran hacerse cargo de su territorio ante el recambio generacional.
Aprendiendo el valor de la comunidad

Lo que empezó como una idea hoy ha permitido formar a más de 300 jóvenes de 52 comunidades que han aprendido a encaminar sus territorios hacia la recuperación y protagonizar la reconstrucción de sus identidades y de la paz.
Los residentes jóvenes del área han encontrado en el programa respaldado por ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, un apoyo para su deseo de cambio.
Jóvenes participantes de la escuela rescatan la enseñanza de defender sus derechos e identificar las necesidades y problemáticas de las comunidades para convertirlas en fortalezas. Pero más allá de moldear futuros líderes, la escuela también permite acercar a la comunidad y les da a los estudiantes la oportunidad formar amistades con otros jóvenes de su región.
Pero, por sobre todo, la escuela los ha dotado de valentía para cuidar a su comunidad y hacer valer sus derechos. «Ya no tenemos miedo, ya sentimos que estamos libres, libres de violencia», asegura Karen Conquista, una joven indígena participante de la escuela.
Karen es solo una de los tantos jóvenes que asisten a la escuela con la esperanza de ser la fuerza de cambio que les devuelva la paz. La escuela no solo brinda esperanza, sino que los dota del conocimiento necesario para ser parte activa de su comunidad y tener las herramientas para mejorar su destino.






