En una vasija de loza que se conserva en el Museo de Heraklion en Creta, el héroe Teseo mira a los ojos a la bella Ariadna. En otra ubicada en el Museo Vaticano, Teseo sujeta al Minotauro por los cuernos y le hunde la espada en el corazón ¿Es la historia de Teseo y el Minotauro sólo un mito o se trata de un hecho real? Éste es uno de los misterios resuelto a medias si nos atenemos a las ruinas del Palacio de Minos en Cnosos, Grecia.
Cnosos, la ciudad del Laberinto


Palacio de Minos
El visitante que se acerque al palacio por la senda amurallada que llega hasta la entrada norte proveniente del mar, situado a 4 kilómetros de distancia, puede apreciarlo tal como lo debió ver Teseo. Para una nación de navegantes y mercaderes como eran los minoicos del 2000 A.C. esta entrada, flanqueada por “salas de Aduana ”, debió ser la más importante.
Al ingresar, lo que primero llama la atención es un gran fresco en relieve que representa a un enorme toro luchando contra sus raptores en un campo de olivos. Detrás del toro se extiende un verdadero laberinto de mil quinientas salas, repartidas en un intrincado trazado de estrechos pasillos que seguramente desconcertaba a los que no conocían el lugar.

En Cnosos hubo asentamientos desde el quinto o sexto milenio A.C. Se edificó gran cantidad de magníficos palacios creteneses que fueron destruidos por sucesivos terremotos, construyéndose cada uno sobre las ruinas del anterior. Finalmente, una devastadora erupción volcánica ocurrida en la cercana Isla de Santorín aniquiló por completo la ciudad, el palacio y hasta la población. El Palacio de Minos volvió a ver la luz cuando en 1878 el arqueólogo griego Minos Kalokairinos y el inglés Sir Arthur Evans comenzaron a excavar en la zona.
La cultura cretense
Tres tuberías de arcilla perfectamente encastradas siguen aún en pie luego de cuatro mil años. Las tuberías se van estrechando gradualmente para frenar el flujo del agua, constituyendo uno de los muchos ejemplos del gran conocimiento de hidrodinámica por parte de los minoicos.
La Sala de la Reina tenía agua corriente, bañera, sistema de desagüe, retrete con asiento de madera y cisterna, las paredes están decoradas con imágenes estilizadas de delfines y el cuarto de baño cuenta con cinco entradas y salidas.

Al parecer, los minoicos vivieron en paz con sus vecinos pues se han hallado muy pocas armas, la mayoría ceremoniales. La Sala de Guardia da acceso a la Avenida de las Procesiones, la cual culmina en una ancha escalinata que sube hasta el Gran Patio. Allí, un hermoso fresco nos sorprende por el tamaño real de sus figuras: sacerdotes y sacerdotisas portando ánforas que vierten líquido. Otro de los frescos muestra el que fuera el deporte favorito del lugar: saltar sobre toros donde al parecer sujetaban los cuernos del animal y tomando impulso pasaban por sobre él.
El ala oriental del palacio está excavada en una ladera y en un extremo se aprecian los aposentos reales y al otro los talleres de los carpinteros, alfareros, albañiles y joyeros. El centro del poder era la Gran Sala del Trono, pintada de rojo y oro, donde se reunía la corte del rey Minos.
Un agradable paseo para realizar y un hermoso lugar que visitar, donde la realidad y la leyenda conviven pacíficamente. ¿Conocían de las leyendas de Cnosos? ¿Querrían visitar el lugar?







