Algunos de los tratamientos médicos más asquerosos de la antigüedad que tienen base científica (aunque no parezca)

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Vivimos en una era privilegiada en cuanto a cuidados médicos se refiere. Nunca antes la humanidad gozó de más conocimiento, tecnología y medios para tratar enfermedades y problemas de salud. El cuento era muy diferente en la antigüedad, cuando los médicos, curanderos y chamanes intentaban dar alivio a muy diversas dolencias con muy pocos recursos a su disposición. Por eso mucho de los métodos usados por las culturas antiguas nos pueden parecer hoy muy crueles, descabellados y asquerosos. Revisemos estos ejemplos escalofriantes.

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Pan mohoso sobre las heridas

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Los egipcios colocaban pan mohoso sobre las heridas infestadas bajo la creencia de que el moho eliminaba la infección. Por más antihigiénico que esto nos parezca, los curanderos egipcios no estaban muy lejos de la verdad. Recordemos que Louis Pasteur descubrió en el siglo XIX que algunos hongos tienen la capacidad de combatir ciertas bacterias, siendo la penicilina el mejor ejemplo de esto.

Un ratón muerto en la boca

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Los antiguos egipcios también ponían un ratón muerto dentro de la boca con el fin de aliviar los dolores de dientes y muelas. Esta técnica se basaba en principios parecidos al del pan mohoso. Curiosamente, las ratas muertas también se usaron en una época tan reciente como el Período Victoriano de Inglaterra. Se usaban para tratar problemas de la piel, papera y viruela.

La cirugía transesfenoidal


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La cirugía transesfenoidal consiste en extraer tejido encefálico a través de la nariz, penetrando el hueso esfenoide que sirve de pared entre la cavidad nasal y el cráneo. Actualmente se usa para extraer tumores en ciertas regiones del cerebro, pero los egipcios la usaban para extraer todo el cerebro antes de momificar un cuerpo y así no tener que abrir el cráneo.

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Transplante fecal

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Sí, leíste bien, este método consiste en poner dentro del organismo heces fecales de otra persona y fue usado en la antigua China. Los chinos elaboraban un extracto de excremento y lo ponían dentro de una sopa amarilla, la cual se bebía para atacar problemas digestivos. Esto suena totalmente asqueroso, pero tiene mucho sentido. El excremento ajeno contiene una comunidad de bacterias intestinales con una composición diferente, por lo cual se podría usar para tratar diarreas provocadas por un imbalance de los microorganismos que coexisten en el tracto digestivo de quien las consume, una especie de tratamiento con probióticos desagradable.

Uroscopia

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La uroscopia es una forma de examinar la orina sin tecnología ni microscopio usada en los imperios Bizantino y Romano, y más tarde en la Europa medieval. Los médicos antiguos prestaban especial atención al color y la consistencia de la orina para detectar enfermedades, incluso solían verificar el sabor de este fluido. ¡Ufff!

Gases purificadores

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La peste negra ha sido una de las crisis sanitarias más cruentas de la historia. Entre 1346 y 1353, esta enfermedad mató entre 30 y 60 millones de personas en Europa. Ante la inhabilidad de descifrarla, los médicos y curanderos de la época usaron un método bastante desagradable. Creían que la peste se debía a un gas mortal que afectaba a las víctimas, por eso hacían que los pobladores guardaran sus pedos en frascos y cuando alguien se enfermaba todo el pueblo liberaba los gases contenidos en los frascos. Una forma bastante maloliente de tratar la peste. Este es el único ejemplo en esta lista que no tiene ningún sentido de acuerdo con lo que la ciencia dice sobre esta enfermedad, ya que hoy sabemos que la infección se transmitía a través de la picadura de las pulgas presentes en los roedores. 

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7. Gusanoterapia

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Los indios nativos de norteamérica han usado gusanos para curar las heridas en mal estado desde hace siglos. De hecho, existen reportes históricos de soldados que usaron este método para sanar sus heridas durante la Guerra Civil de Estados Unidos. Los gusanos son expertos devorando la carne muerta, por lo tanto son un método efectivo de eliminar el tejido necroso de las heridas y así evitar complicaciones letales como la gangrena.

La ciencia tal como la conocemos o los métodos científicos habrán comenzado hace poco más de un par de siglos, pero el ser humano ha tenido la audacia de experimentar, investigar y probar desde tiempos muy remotos. La prueba es que muchas de estas prácticas antiguas tienen cierta efectividad comprobada por la ciencia, aunque parezcan demasiado asquerosas para tener algún sentido.

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