7 curiosas y pasadas tendencias de la moda a lo largo de la historia con las que hoy harías el ridículo

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7 maneras de vestir o de conseguir una apariencia que te pararán los pelos de punta.

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1. Resaltadores de penes

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En el siglo XV, durante el reinado de Eduardo IV, los caballeros ingleses empezaron a inflarse la entrepierna con accesorios para simular un pene de mayor tamaño. Unos 25 años después, los miembros «crecidos» habían alcanzado dimensiones tan estrafalarias, que eran dignos de una caricatura. Tuvo que llegar al trono Isabel I, la «Reina Virgen», para que los hombres ingleses volvieran a la moderación.   

2. Unicejas

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En la antigua Grecia, si una mujer quería estar a la moda, debía mostrar en su cara una sola línea de cejas y no dos separadas, como es lo común ahora. Las chicas a las que no les crecía lo suficiente el pelo entre las cejas como para hacerse unicejas, se ponían hollín u otro polvo negro. Otro recurso era pegarse pelos de una cabra negra.

3. Tacones de más de medio metro

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Si crees que los tacones de algunos zapatos femeninos de la actualidad son altos, tendrías que ver los chapines que lucían las damas en Florencia, la capital mundial de la moda durante la Edad Media y el Renacimiento. Estos zapatos de plataforma tenían hasta 60 centímetros de alto y las chicas incluso bailaban con ellos.

4. Cortes de mejilla

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Los varones alemanes del siglo XIX tenían a mucha honra llevar en el rostro la cicatriz de un corte, lo cual tomaban como un signo de virilidad. Un caballero de la época caminaba orgulloso con 14 cicatrices en la cara. Las máscaras en los combates de esgrima protegían los ojos y la garganta, pero dejaban las mejillas al descubierto, en la búsqueda de la ansiada cortadura.

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5. Sandalias con calcetines

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El uso de sandalias sin calcetines es relativamente reciente. En el Imperio Romano, las personas llevaban calzado abierto con medias. En las combinaciones que quizá vistieron César y Mesalina, los calcetines eran de lana y llegaban hasta las rodillas.

6. Tacones de distinta altura

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La princesa Alexandra de Dinamarca dictaba la  moda en su tiempo y en una ocasión quedó con una leve cojera a causa de una fiebre reumática. Las mujeres de la época querían imitar la renquera real pero no tenían en el closet los zapatos apropiados. Los fabricantes pronto cubrieron la necesidad con tacones de distinta altura.

7. Sombreros con pararrayos

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Cuando Benjamin Franklin inventó el pararrayos indujo también una moda. Para evitar ser alcanzadas por un rayo, las damas de París empezaron a llevar unas varillas metálicas que iban unidas a la copa del sombrero, con una extensión que caía al suelo para «hacer tierra» No se sabe si los sombreros con pararrayos funcionaban, pero tampoco hay noticias de que alguna de estas damas hubiera sido fulminada por un rayo.