6 pequeñas cosas que hacen a un viaje diferente

Tras la combinación preparativos - vuelo - alojamiento - excursiones - regreso - nostalgia que componen cualquier viaje, se esconden numerosos detalles que muchos viajeros han descubierto y que tampoco nos vendrá mal saber a nosotros, viajeros inexpertos. Vamos a desentrañar la esencia de toda buena travesía gracias a estas 6 pequeñas cosas que vuelven un viaje diferente.

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#1 El buen local

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Una persona que viva en el destino que visitamos, especialmente si se trata de un local, supone una de las mejores sorpresas mientras nos encontramos en un concreto lugar, especialmente en un pueblo. Gracias a esta nueva amistad no solo comprenderemos mejor la cultura de ciertos lugares sino que nos conducirá a algunos de esos rincones secretos que desconocíamos. Igualmente si se trata de un mal local nuestro viaje se volverá igualmente diferente.

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#2 Bocados callejeros

No hay nada mejor que vernos sorprendidos por un hambre voraz en medio de un itinerario urbano y descubrir frente a nosotros un mercadillo típico o un tenderete de street food que sirva sandwiches vegetales, kebap sin adulterantes o arroz con salsas para proseguir nuestro recorrido con el mejor y más inesperado bocado entre las manos. Y seguramente repetirás.

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#3 Cuando cae el sol

Contemplar el atardecer debería ser un obligado en la rutina diaria, si bien es un privilegio que solemos reservar para ciertos viajes. Posarse en esa terracita ibicenca o malecón romántico y perder la mirada en un atardecer de mil naranjas es la mejor (y más económica) experiencia con la que deleitarnos en un viaje. Si lo hacemos acompañados mejor.

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#4 Amantes lejanos

"Aquel fue el viaje en el que me enamoré de un hombre japonés, un pintor francés o un hindú de férreas costumbres". Seguramente este sea el testimonio de muchos viajeros que, sin planearlo y a total merced del destino, ha conocido a esa persona local u otro viajero solitario con el que vivió un affair que dio pie a una interesante relación o que, por otra parte, queda congelado e intocable en las memorias.

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#5 Explorar bajo el mar

Zambullirse en las aguas de una playa propicia, sea mediante un bautismo de buceo, equipo de snorkeling o totalmente desnudo suele provocarnos la mejor de las sonrisas. Posiblemente descubramos peces que no creeríamos ver, que el naturismo nos encanta o que las medusas no avisaron de su llegada. Todo puede pasar y ser recordado como el mejor momento de ese viaje.

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#6 Perderse

Puede parecernos una situación indeseable y agobiante, especialmente en ese momento en el que nos damos cuenta de que no sabemos volver al hotel. Sin embargo, si nos detenemos un momento y respiramos, descubriremos un lugar que hasta entonces desconocíamos. Y, en caso de llevar de mala forma tal situación, al menos nos quedará claro que podemos valernos por nosotros mismos cuando regresemos a nuestro alojamiento. No faltarán anécdotas.

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La cultura de un país es, indudablemente, el mayor aspecto que impregna nuestro viaje de nuevos pensamientos y sensaciones, pero hay mucho más allá. Situaciones inesperadas, lugares que no aparecen en las guías, locales que nos abran los ojos a un determinado destino o atardeceres que siempre lucen bellos allá donde vayamos, son algunas de esas pequeñas cosas que vuelven diferente un viaje

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