6 historias reales de mujeres que abortaron

El aborto sigue siendo uno de los temas más satanizados en México a pesar de que nos creemos una sociedad de “mente abierta”.

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Nadie puede saber mejor lo complicado que es tomar la decisión de abortar que aquellas mujeres que lo han hecho. Estas seis mujeres abortaron y compartieron su historia en la plataforma Women On Web, en la que relatan honestamente cuáles fueron sus razones (y cómo lo vivieron).

Gabs García decidió abortar en el 2016, aun siendo tan joven siempre supo que no quería un bebé que viviera “en la misma miseria” que ella. Esta es parte de su historia:

“Me di cuenta que estaba embarazada el día 2 de febrero del año 2016, tenía sólo 5 meses de relación con mi novio que es un año y seis meses menor que yo. Acababa de cumplir 19 años y estaba estudiando la última etapa de la preparatoria. No sabíamos qué hacer, pero al momento de darme cuenta lo ame de la manera más hermosa que hay, porque era producto del amor hacia mi novio. Fue una sensación agridulce porque en el fondo me preguntaba: ¿por qué ahora?, ¿por qué no pudo llegar en otro momento de mi vida?… Pensé que mi novio me dejaría de amar, pensé que todos iban a juzgarme por la decisión que iba a tomar, yo tenía mis planes bien forjados y en mis planes tener bebés no estaba planeado para ese momento, así que lo decidimos e investigamos. Íbamos a abortar. No era justo que ese angelito viniera a vivir en este mundo tan cruel y en estas circunstancias tan tristes. Lloraba mucho. Llegó el día: 23 de febrero del 2016. Todo pasó tan rápido, fue en casa de mi novio con misoprostol sublingual. Quería revivirlo, quería hacerme daño, quería castigarme, tenía ganas de morir, pensaba para mí misma que debía estar con mi bebé, tomaba alcohol con propósito de olvidar y sólo me hacía más daño a mí misma y a mi novio, me llenaba de trabajo para olvidar pero sólo me hacía más daño a mí misma. En un momento entre septiembre y octubre del mismo año sentía como que mi vida no tenía ningún sentido, me sentía vacía, me faltaba algo, no estaba nada a gusto con nada ni con nadie, pero no me arrepiento de lo que hice porque no fue nada más que una grandísima muestra de amor…”, Gabs García.

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María terminó con la pesadilla que resultó su embarazo tras haber sido violada:

“Fui violada y lamentablemente nadie me pudo o me quiso ayudar. No tenía novio ni nada, ¿cómo iba a contar algo así? No quería tener un hijo que no quería y de un hombre que derrumbó mi vida. Compré las pastillas de misoprostol en Internet. El paquete demoró en llegar un mes y realmente estaba desesperada porque el tiempo pasaba y no quería que se notara ni nada. Cuando llegó me realicé el aborto al pie de la letra, como lo indicaba el medicamento. Siempre pensé que jamás me sucedería esto a mí, pero sucedió y fue un alivio saber que podía acabar con esto de forma segura”, María.

Por su parte, Grace Grace tiene una historia que, pese a las dificultades, narra sin arrepentimientos:  

“Dicen que las mujeres nacemos con la necesidad de ser madres en algún momento de nuestras vidas, y sinceramente yo a mi edad sigo sin sentirlo. Amo la vida que llevo. Saber que estaba embarazada sin saber quién era el padre (si de mi pareja o mi amante) me hacía dudar, pero nunca dudé en no tenerlo, siempre pensé que si quedaba embarazada el bebé no nacería por cuestiones de plantación de vida y por salud mental mía, y aunque no lo crean, del mismo bebé. Me sentí egoísta pero libre de nuevo. El día que aborté todo fue tranquilo y rápido. Cuando expulsé el saco supe que ya no estaba embaraza. Teniéndolo en mis manos me despedí de él o ella y le dije que me perdonara por lo que le hice y que en un momento adecuado concebiría a otro en otras circunstancias. Lloré para liberar la emoción y me sentí libre y feliz”, Grace Grace.

Daniela es otra de las mujeres que sintió que el momento en que quedó embarazada no era el indicado, aquí parte de lo que ella vivió:

“Hace ya 4 años que me realicé un aborto con pastillas. Apenas tenía entre 3 y 4 semanas de embarazo, me hice una prueba casera y después una de sangre. Ambas salieron positivas. Creí que mi vida había terminado. Lloré mucho, pensé cómo decirle a mis papas, cómo cambiaría mi vida, y pues todo tenía solución menos una cosa: el bebé iba a sufrir carencias y la gran inmadurez de su madre. Decidí que no quería un bebé. Él no estaba del todo convencido del aborto, temía por mi salud y me decía que sí quería un bebé conmigo, que me amaba y me apoyaría en todo, aun así respetó mi decisión y no trató de persuadirme. Me coloque las pastillas vía vaginal y al ir al baño me di cuenta que estaba soltando muchos coágulos, pero no vi nada extraño ni nada que pareciera un saco embrionario. Me sentía una persona horrible por ser tan egoísta y sólo pensar en mí, cuando pensaba mucho tiempo en eso lloraba a solas, pero en realidad el apoyo que sentí de mi pareja me alivio mucho y muy rápido. En ese tiempo mi idea siempre había sido que no quería tener hijos, ahora mi situación ha cambiado, sí quiero tener, pero en ese momento no era lo mejor…”, Daniela.

Esta es otra historia que nos dejó claro que pensar en el bienestar del bebé también es parte del proceso:

“El embarazo llegó en un momento de muchas dificultades, tenía varios problemas personales, un hijo pequeño que es todo para mí, la misión de solucionar varios problemas que se relacionan con su vida. Me estaba cuidando con pastillas anticonceptivas, y aún así quedé embarazada. Estaba contenta, pero sentí que era una responsabilidad enorme, debía ser realista. Yo tengo problemas de salud graves, otra maternidad implicaba un riesgo, mi pareja también sufría una enfermedad de carácter terminal y la responsabilidad me la dejó a mí”, Claudia Vásquez.

Esta es otra historia que nos dejó claro que pensar en el bienestar del bebé también es parte del proceso:

“…El día que supe, fue el día más feliz y amargo de mi vida. No era infértil como muchos doctores auguraron por mi condición física, pero me dolió en ese momento saber que no podía tenerlo. Juro que se me rompió el corazón y cuando pasó eso jamás creí que el dolor pudiera darme consuelo y alegría. No pasaron ni cinco días cuando hice la cita para ir a terminar con el asunto. Fueron los días más largos de mi vida. Fingí mi periodo porque mis padres lo ven terrible, pero no creo lo mismo. Yo fui un embarazo no deseado. Cuando están calmados dicen miles de cosas, como que me quieren, pero no les creo, no puedo. Recuerdo los golpes de ambos, los insultos y las veces que me dijeron ‘ojalá no hubieras nacido’, ‘a quien le importa lo que tú digas’ o ‘no opines no tienes ese derecho’. Para interrumpir el embarazo me dieron una pastilla y dos horas después la vomité. Me dolió, era mío y de la persona que amo, era parte de mí y parte de él. Seguimos siendo humanas después es esto…”, Anónimo.

Puedes leer las historias completas y darte cuenta de que las razones de cada una de estas mujeres, que escribieron para Women on Web, no están ni cerca de ser “superficiales”.

Según la  OMS cada año se realizan unos 22 millones de abortos peligrosos en todo el mundo, casi todos ellos en países en desarrollo. Son considerados como abortos peligrosos "aquellos que se produce cuando una persona carente de la capacitación necesaria pone fin a un embarazo, o se hace en un entorno que no cumple las normas médicas mínimas, o cuando se combinan ambas circunstancias". El mismo organismo refiere que se producen 220 defunciones por cada 100 mil abortos peligrosos en las regiones mundiales en desarrollo.

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