[Caspar David Friedrich (1774–1840). Der Wanderer über dem Nebelmeer]
5 hombres obsesionados por alcanzar la cumbre

El montañismo es llamado también alpinismo porque su práctica regular comenzó en Los Alpes hace unos 300 años. Desde entonces, unos cuantos hombres infatigables y arriesgados han llevado sus pulmones al extremo, con tal de gozar del placer de mirar en todas direcciones y encontrase en el punto más alto. Conoce o recuerda a estos 5 hombres obsesionados por alcanzar la cumbre.

5. El demonio fue el primero en llegar a la cumbre del Aconcagua
Si estuvieran cerca, el Everest miraría con afecto fraternal al Aconcagua. Un hermano trotamundos que dejó el hogar para irse muy lejos. Con sus casi 7000 m, el pico argentino es el más alto del planeta, excluyendo a la tierra de gigantes del conjunto Himalayo. Fue un «trotapicos» venido de Suiza, Matthias Zurbriggen, la primera persona en coronar la montaña mendocina, en 1897. Retrata perfectamente a esos hombres obsesionados por alcanzar la cumbre. Recibió el apodo de El Diablo porque le gustaba ascender solo y en las peores condiciones, algo sospechosamente demoníaco en su tiempo.

4. Una obra del colonialismo alemán
El volcán Kilimanjaro tiene «solo» 5895 m, pero alcanzan para ser la máxima cumbre de África. Se habla mucho del colonialismo británico, español, portugués, francés, holandés, pero poco del alemán. Sin embargo, los germanos también tuvieron lo suyo, incluyendo el territorio de Tanzania donde está el Kilimanjaro. El geólogo alemán Hans Meyer es acreditado como el primer hombre, o al menos el primer europeo, en hoyar el punto más alto del volcán, en 1889.

3. La disputa entre el Roquefort y el Espagueti
La punta más elevada de Europa Occidental es el Monte Blanco, en Los Alpes, en la frontera entre Francia e Italia. La propiedad de la propia puntita se la atribuyen tanto franceses como italianos y así lo indican sus respectivos mapas. Los pocos que llegan hasta allá quizá no saben que la administración de la cima está regulada por un tratado del siglo XIX entre los dos países. El primero en tomarse un respiro en la cumbre del Monte Blanco fue el alpinista saboyano Michel Paccard, en 1786. Un paso más abajo estaba su guía y porteador Jacques Balmat.

2. El español más alto, lejos de España continental
Si un madrileño desea admirar la cumbre más alta de España, debe viajar más de dos mil kilómetros. Es la cima volcánica del Teide, en la isla canaria de Tenerife. No se sabe quién subió primero sus 3118 m. Se supone que fue uno de los seis miembros de una expedición británica realizada a mediados del siglo XVII. Es el faro natural más importante del océano Atlántico.

1. El hermoso Citlaltépetl, del México lindo y querido
Su nombre español es Orizaba. Está situado entre los estados de Puebla y Veracruz y se eleva 5610 m. Probablemente, el primero en ascenderlo fue uno de esos indígenas aztecas de resistencia inigualable. Pero el crédito lo recibió el francés Alejandro Doignon en 1848.
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