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Esta noche iré de fiesta como si fuera 1999

¿Dónde quedaba, entonces, la frontera entre lo masculino y lo femenino? ¿Entre el pop y lo alternativo? ¿Entre las razas? No donde yo estaba acostumbrado a colocarla.

El cantante jugó con su identidad sexual durante toda su carrera.
El cantante jugó con su identidad sexual durante toda su carrera.
Imagen Getty images

Recuerdo con claridad la enorme incomodidad que me produjo ver la película Purple Rain, en 1985. ¿Qué era eso? ¿En verdad estaba viendo un musical sobre un romance con sobredosis de machismo y violencia contra las mujeres, protagonizado por un músico andrógino, vestido con chaquetas de terciopelo con estoperoles, pantalones entallados, camisas con volutas prominentes en el pecho y boas de plumas y flores sintéticas al cuello? ¿Por qué me había mandado a ver eso Carlos Ashida, el director de la galería de arte más propositiva de Guadalajara?

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Era 1985 y sí, claro, yo estaba al tanto de Madonna y su Like a Virgin; de Culture Club, con un Boy George al que no había que preguntarle nada sobre sus preferencias sexuales; de The Cure con Robert Smith y su desbordado uso del rímel (mascara, se dice hoy), pero una cosa era eso, lo que cada uno de ellos representaba de manera aislada, y otro el resultado de meterlo todo a una licuadora para producir un batido pop color púrpura que sonaba a rock, soul, funk, new wave, gospel… y todo lo que uno quisiera sumarle.

Era 1985 y sí, yo veía Purple Rain en una Guadalajara en la que si alguien salía a la calle con la vestimenta y los ademanes de Prince lo más probable es que terminara extorsionado por un policía, con el argumento de que estaba faltando a la moral pública, ante el beneplácito de los eventuales testigos.

Mientras tanto, y para terminar de confundirme, en la vida real Prince salía con Apollonia, la protagonista de la película (como después se daría el lujo de salir con Kim Basinger, el símbolo sexual de esos años). ¿Dónde quedaba, entonces, la frontera entre lo masculino y lo femenino? ¿Entre el pop y lo alternativo? ¿Entre las razas? No donde yo estaba acostumbrado a colocarla.

En todo eso he estado pensando desde que supe que Prince murió hoy, a los 57 años de edad. Lo pienso un día antes de cumplir 53 años, desde una Ciudad de México en que las parejas homosexuales puede caminar tomadas de la mano y contraer matrimonio si así lo desean; desde un mundo en que Jaden Smith puede modelar faldas para Louis Vuitton sin que nadie ponga en duda su orientación (hetero)sexual. Me entusiasma reconocer el territorio ganado por la autonomía individual desde ese 1985.

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“A veces pareces un veinteañero”, me dijo hace unos días un veinteañero Luis Eduardo. Hacía referencia tanto a mis entusiasmos fáciles como a mi incapacidad para administrarme. Hoy le daré más motivos para que lo piense; como cantaría Prince, “esta noche iré de fiesta como si fuera 1999”.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.

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