Tengo muy buenas amigas que siempre están conmigo, son las hermanas que elegí. Pero no estamos siempre juntas, pues cada una tiene su familia, sus obligaciones y trabajo. Como somos personas totalmente diferentes, cada una de nosotras toma distintas decisiones en las que a veces no estamos todas de acuerdo.
Por estas razones es que no deberías juzgar las decisiones de tu mejor amigo


Con el paso de los años descubrí, en base a cosas que me pasaron con ellas, que no es bueno juzgar las decisiones de un amigo. ¿Quieres saber por qué? ¡Sigue leyendo!
Pueden tener razones que desconocemos
El hecho de que seamos mejores amigos no implica que la otra persona tenga que contarnos absolutamente TODO de su vida. Por eso, no hay que juzgar cuando nuestro mejor amigo hace algo que a nosotros nos parece incorrecto, pues puede tener un motivo que nosotros desconocemos. Mejor pregunta o espera a que te lo cuente, quizá es demasiado doloroso o problemático para él contarlo a otras personas y prefiere guardar silencio al respecto.
Quizá piensa que es la mejor solución

¡Nadie es dueño de la verdad! Si tu mejor amigo intenta hacer algo y tú no estás de acuerdo, pregúntale por qué lo hace de esa manera. Nunca lo juzgues sin saber si ese camino que está tomando es el correcto o no. Déjalo actuar, ya es grande y sabe lo que hace.
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Es probable que se haya equivocado antes
Algunas personas necesitan equivocarse para volver a intentar lo que sea y tener éxito. Si este es el caso de tu amigo, ¡deja que haga lo que tenga que hacer! No lo juzgues ni te interpongas en su camino. Quién sabe si no intentó ya otras formas de llegar a su cometido y siempre fracasó.
No desea el consejo de nadie

Hay personas que no aceptan consejos de otros. Solo buscan realizar lo que se propusieron sin pedirle opiniones a las otras personas. Si tu amigo pertenece a este selecto grupo de individuos, ni te molestes en juzgarlo, y mucho menos en aconsejarlo, pues nunca te escuchará ni te hará caso.
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Los amigos son la familia que uno elige, escuché decir en más de una ocasión. Eso es una gran verdad, pero otra gran verdad es saber asumir que ellos son personas completamente diferentes a nosotros, que tienen sus pensamientos propios y que pueden tomar sus propias decisiones sin esperar ser juzgados por nadie. Compréndelos, escúchalos y acompáñalos, pero no los juzgues si no sabes por qué hacen lo que hacen.









