Hace días que este caso da vueltas en mi cabeza, pienso una y otra vez en Lucía, en lo que le pasó y me indigno muchísimo.
La voz masculina del femicidio de Lucía: La carta que publicó su hermano

He leído muchas crónicas sobre lo que ha pasado y mi mente solo repite: cada 30 minutos muere una mujer en Argentina como víctima de la violencia de género.
En esos 30 minutos le tocó a Lucía, pero no solo a ella, a su familia también. Ellos están sin consuelo, llenos de tristeza y con un vacío en el pecho más grande que todo el continente.

Su hermano, Matías nos interpeló a cada uno de nosotros con una carta que publicó en Facebook:
La carta del hermano de Lucía
“La verdad, me hubiera gustado poder ilustrar esta carta con alguna foto mía, riendo junto a mi hermana. O con una foto suya, abrazada por mis viejos. Pero no, no podemos, ni siquiera eso podemos, porque mientras intentamos procesar que la mataron y cómo la mataron, estamos obligados a procesar las amenazas de muerte que caen sobre todos nosotros.
¿Cómo era Lucía? Como el arte, como el rock, como el amor a los animales. Ahí, en cada estrofa de Viejas Locas, en cada pogo ricotero y en cada abrazo a una mascota abandonada, la van a poder encontrar siempre, sonriendo, mimando a su perro y tirando buena onda para todos lados, por las dudas.
Vivía tranquila, sin salir mucho de casa, hasta ese maldito sábado, 8 de octubre. Pasaron a buscarla cerca de las 10, cuando papá ya se había ido a su laburo. Y a las 15, cuando mi mamá llegó de trabajar, encontró el Facebook abierto en su computadora, junto al equipo de mate, porque sí, Lucía creía que iba a volver inmediatamente a su casa... Se la llevaron engañada.
A las 18, una amiga me avisó que debíamos ir a la comisaría, porque mi hermana había sufrido un accidente. Nunca podría haber imaginado lo que me esperaba. Al llegar, con mi mamá, la oficial que nos atendió no sabía qué decirnos, de modo que permanecimos diez eternos minutos en la oficina del comisario, hasta que nos dieron la noticia. Y se nos cayó el mundo. Pedí reconocer el cuerpo, pero se negaron. Me rehusé a irme e insistí incansablemente, hasta que pude verlo: estaba en una camilla, con los ojitos entreabiertos, como acostumbraba a dormir.
Matías Farías, Juan Pablo Offidani y Alejandro Maciel, los tres sospechosos, hoy están detenidos. Pero no nos alcanza: queremos justicia en serio, que se investiguen todas las causas en las que están involucrados y que cada persona con información pueda ir a la Fiscalía para aportarla. Necesitamos apoyo, sin importar de quién, porque este caso nos compete a todos y no pertenece a ningún sector partidario: se trata de una chica, mi hermana, que murió de una forma horrenda.
Y debemos ser conscientes, sí, porque esta vez le tocó a Lucía sufrir esa bestial violencia de género, pero la próxima te puede pasar a vos, o a la persona que más amás en el mundo. Hay que tomar fuerzas y salir a las calles, para gritar todos juntos, ahora más que nunca: “Ni una menos”.
Sólo así evitaremos que maten a miles de Lucías más. Y sólo así podremos cerrar sus ojos, para verla descansar en paz.”
Es difícil contener las lágrimas luego de leer sus palabras, lágrimas de rabia, de frustración. Hoy más que nunca debemos levantarnos de donde estemos y dejar de indignarnos por internet, debemos poner manos a la obra.
¿Cómo podemos luchar?
No eduquemos a nuestros niños diciéndoles que “los que se pelan se quieren” o que “los hombres no lloran”. Olvidemos los estúpidos estereotipos en los que la nena juega a las mamás y el varón a los Power Rangers. Ya está. Eduquemos desde la igualdad, criemos desde el amor y repudiemos todo acto de discriminación que se nos ponga en el camino. Así haremos un futuro mejor para todos nosotros.
Trabajemos en el presente también... tú, mujer, deja de criticarla por cómo se viste, deja de decirle a tu amiga que su novio la ama pero que la engañó porque estaba borracho, o tú, mamá, deja de decir que las parejas discuten cuando tu hija aparece con un ojo morado. Ahora es cuando hay que poner el freno, ahora es cuando se marca la diferencia... Después es tarde.
- Para seguir sumando a la lucha: Para decir ni una menos deberíamos dejar de hacer estas 11 cosas









