Moda
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6/17El negro a pesar de estar vinculado desde principios del Siglo XX con la elegancia y a pesar de ser un invitado recurrente en el clóset de las mujeres más importantes, ha significado históricamente luto (control moral), negación y austeridad.
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9/17Por eso, justamente, fue tan importante la revolución que hizo la diseñadora Grabielle Chanel a en 1920 al elegir el ‘pequeño vestido negro’ como un emblema de la moda, porque le sacudió a este color el luto, la pobreza y lo volvió sinónimo de elegancia y refinamiento. 'La Dama de Hierro', Margaret Tatcher, celebró esa revolución de Chanel durante todo su tiempo en el poder.
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14/17Con los años y los procesos químicos el color verde cambió de connotación y aunque hoy es sinónimo de la esperanza y el compromiso con el planeta, encarnó en el pasado un sentido casi completamente opuesto.
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¿Qué significan los colores de los que van vestidas las políticas (y tú)?
Que el verde fue durante siglos un color asociado con lo tóxico, que el amarillo sirvió siempre como estigma para las mujeres y que el negro fue el color de la servidumbre son algunos datos curiosos que explican muchas veces cómo percibimos los colores. El experto e historiador de la moda William Cruz Bermeo nos comparte algunas ideas.

El azul tan famoso por estos días de debates presidenciales, tan usado por la candidata demócrata Hillary Clinton en sus alocuciones, tiene una interesante historia. En la Edad Media los colores predominantes eran el rojo, negro, blanco y verde, pero eso cambió radicalmente cuando apareció el color azul que se extrajo de una planta llamada glasto y se convirtió en el rey de los colores.
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De hecho, antes de este acontecimiento, los ríos se pintaban verdes en los cuadros no solo porque era el único color disponible, sino porque el color de la salubridad y de la limpieza era el verde. Ese azul poderoso que han inmortalizado mujeres como Michelle Obama era casi imposible siquiera de soñarse.
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Conseguir el tono azul fue muy importante porque con los fuertes aires religiosos que marcaban la época había una profunda ambición de recrear el color del cielo, sobre todo en los cuadros que empezaron a retratar a la virgen. El azul se convirtió así en un color estrechamente relacionado con las mujeres y la pureza.
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Si la virgen había subido al cielo, su manto, el cielo mismo, debía ser pintado de azul. Esto hizo que desde entonces este color se asociara con ideales de confianza, lealtad, paz y orden, lo que explica que mujeres que ocupan cargos de liderazgo mundial, como Christine Lagarde, directora del FMI lo usen recurrentemente.
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Con los años, el azul más intenso se empezó a extraer de una piedra llamada lapislázuli, pero este era un proceso muy costoso. Solo gracias a la producción química en los laboratorios después del Siglo XIX, se convirtió en el color que, tinturando el dénim, uniformó a toda la humanidad y que hoy habita en los trajes de las grandes damas de la política.
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El negro a pesar de estar vinculado desde principios del Siglo XX con la elegancia y a pesar de ser un invitado recurrente en el clóset de las mujeres más importantes, ha significado históricamente luto (control moral), negación y austeridad.
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Los protestantes holandeses lo usaron como una demostración de que nos les interesaba la vanidad y la exuberancia con la que relacionaban al pueblo cristiano francés. Inspirados en la corte española, los holandeses usaron este tono como uniforme de una austera y trabajadora clase burguesa. Esa percepción de austeridad se mantiene hasta nuestros días y por eso este color ha colonizado armarios de mujeres presidentes como la chilena Michelle Bachelett que han encontrado en este tono un aliado de fuerza, sobriedad y contundencia.
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Haciendo un salto histórico, el negro en la Segunda Guerra Mundial se convirtió en el color de los uniformes de las fábricas, el que escondía el mugre y la miseria, de ahí que la servidumbre y sus uniformes siempre se identificaran con este color. Una relación que cambiaría radicalmente con la entrada del siglo XX en donde se ha catapultado como la quintaesencia de la elegancia como lo ha dejado ver muchas veces Hillary Clinton.
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Por eso, justamente, fue tan importante la revolución que hizo la diseñadora Grabielle Chanel a en 1920 al elegir el ‘pequeño vestido negro’ como un emblema de la moda, porque le sacudió a este color el luto, la pobreza y lo volvió sinónimo de elegancia y refinamiento. 'La Dama de Hierro', Margaret Tatcher, celebró esa revolución de Chanel durante todo su tiempo en el poder.
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El púrpura fue el color de los reyes y aún mantiene su cercanía con la realeza y con sus aires de superioridad.
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Su extracción provenía de un molusco que solo se encontraba en aguas profundísimas y que se dice que se extinguió. Fue así un color muy raro y aún hoy cuando lo vemos en mujeres como Theresa May, Primer Ministra del Reino Unidos, sigue guardando relación con lo lujoso y exquisito.
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Esto fue así hasta que William Henry Perkin en 1856, por accidente, buscando producir químicamente quinina que era una sustancia con la que se trataba la enfermedad de la malaria encontró cómo hacer este exclusivo color.
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Solo los reyes podían permitirse ropajes de este color, eso lo hizo ser relacionado históricamente con lo distinguido, lo lejano, lo inalcanzable, incluso lo divino. La Reina Isabel II lo lleva con mucha facilidad en sus apariciones públicas.
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Con los años y los procesos químicos el color verde cambió de connotación y aunque hoy es sinónimo de la esperanza y el compromiso con el planeta, encarnó en el pasado un sentido casi completamente opuesto.
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Por siglos, el verde fue el color de lo tóxico, de lo enfermo, por eso las brujas eran verdes, las pócimas de los malvados verdes también. La razón es que este color se extraía del cobre que, sin saberlo, contenía altas cantidades de arsénico. Aunque esta percepción se matizó con los años, sigue siendo un color más bien extraño entre los círculos de poder.
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Suele apuntarse que una de las razones de la intoxicación de Napoleón fue su devoción por el color verde que había puesto en todas las cortinas que circundaban su habitación y que terminaron por enfermarlo.
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