Luciano Brancoli es conocido como uno de los diseñadores de ropa elegante más importante de Chile. Con más de 30 años de trayectoria, ha vestido a misses chilenas, primeras damas y celebrities locales.
Luciano Brancoli y su mirada de la “alta costura chilena”

Si algo se puede destacar de su discurso, es que por momentos tiene aparentemente claro el concepto estricto de la alta costura. No obstante, como suele suceder, esta categoría del vestuario suele confundirse, con su uso intercambiable con el vestuario de novias o vestido de noche.
Brancoli llegó a afirmar que en Chile se hacía alta costura a precio de prêt-à-porter. Tales afirmaciones venían dadas del hecho de que sus prendas son confeccionadas a mano y que el precio con el que se catalogaban era un monto más bien digno del “ready to wear”. Sin embargo, recientemente ha comentado que referirse a su trabajo como alta costura, es más bien pretencioso, por lo que opta llamarlo “prêt-à-couture” o “ hecho a mano en América”.

Para poder comprender por qué a las personas más entendidas en moda podría molestarles que se use el término tan a la ligera, es necesario conocer un poco la historia de la haute couture, empezando por el hecho de que la categoría de vestuario se originó en Francia, específicamente París.
Como es bien conocido, a ésta se la considera como una de las capitales de la moda. No es inesperado entonces que la Cámara Sindical de la Alta Costura (Chambre Syndicale de la Haute Couture) haga regir la alta costura por ley.

Estrictamente hablando, para que un diseñador pueda en efecto crear alta costura, debe, entre algunos requisitos, tener su casa matriz (o maison) en París. Existen casos contados de corresponsales extranjeros, como Elie Saab y Valentino. De la misma forma, hay miembros invitados cuya intrincada labor les ha merecido un puesto especial en las pasarelas de la capital francesa.

Uno de los aspectos en los que concuerda la “ haute couture” con el prêt-à-porter a pedido, es el hecho de trabajar con clientes privados a quienes se les hacen pruebas de calce constante.
Hoy, la alta costura parisina sirve sobre todo para que el diseñador explote su creatividad artística y muestre al público la esencia de la marca. Pero cabe resaltar que los reglamentos establecen cierta cantidad de horas de trabajo manual por vestido, más un mínimo de 15 trabajadores a tiempo completo en los atelieres de Paris, además de altos niveles de calidad y expertise.
Por esto y más, debería quedar más que claro que, sin ánimos de menospreciar el arduo trabajo manual de los diseñadores, no a todo se le puede llamar alta costura, como lo expone Luciano Brancoli.
Y tú ¿qué piensas?









