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5 señales de que, aunque lo niegues, te pareces mucho a tu madre

Algunas de nosotras crecemos con la más fiel creencia de que nunca nos pareceremos a nuestras madres. Pensándolo bien, resultaría muy extraño si no tuviéramos ni un poco de parecido con la persona que nos crió y con quien convivimos gran parte de nuestras vidas. Acá van 5 señales de que, aunque lo niegues, te pareces mucho a tu madre.

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1. El físico

El parecido físico con nuestros padres es inevitable, y en algunos casos suele intensificarse cuando llegamos a la etapa adulta: llegamos a ser casi una copia de ellos cuando tenían nuestra edad. Muchos de tus familiares mayores empezarán a decírtelo, es algo que no puedes evitar.

2. Nadie nota la diferencia en el teléfono

Esta es muy común. Cuando llama algún familiar o amigo de años te confunde con tu mamá. Nadie puede negar el ADN en común y, por lo tanto, el parecido de las voces. Más de una vez te han dicho cosas de más por confundirte con tu mamá. Ya es costumbre.

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3. Te llevas bien con ella

Además de ser un síntoma de madurar, te das cuenta de que es como estar contigo misma, pero con más experiencia y, por lo tanto, más consejos. Muchas de sus opiniones coinciden y, las que no, pueden hablarlas hasta llegar a un acuerdo (muy diferente de lo que ocurría en tus años de adolescencia).

4. Tienes las mismas frases

Juraste que nunca lo harías, pero ahí estás, diciéndole a tus hijos lo mismo que tu mamá te decía a ti. Ten un poco de paciencia contigo misma: fuiste criada por ella, y es la única forma de crianza que conoces, es completamente normal. 

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5. Tendrán carreras parecidas

Quizás no escogieron profesiones u oficios demasiado similares, pero la forma en que manejan su vida laboral y profesional se parecerá mucho. Tu mamá tuvo la capacidad de heredarte muchas habilidades, así que es muy probable que alguna te lleve a escoger un camino parecido al de ella, además de llegar a tomar decisiones y estilos de trabajo semejantes. 

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Aunque nos guste negarlo, todos nos parecemos mucho a mamá y a papá, es imposible negar la genética. Las mujeres tenemos una obsesión particular con el tema, pero lo mejor que podemos hacer es aceptarlo y entender que aun así somos diferentes, que nos parecemos a una mujer increíble que nos crió y nos dio la vida.