Basta un segundo, la emoción perfecta, el instante conmovedor para que hasta el carácter más fuerte se quiebre en llanto. Y todo comienza con un nudo en la garganta…
Basta un segundo, la emoción perfecta, el instante conmovedor para que hasta el carácter más fuerte se quiebre en llanto. Y todo comienza con un nudo en la garganta…