Estás estudiando o trabajando, tu atención está tan concentrada que apenas te diste cuenta del hambre que tenías porque tu estómago empezó a rugir sin control. Te sientes débil, tal vez hasta mareado. Pero sobre todo, estás enojado. Y enojado con ganas. Un coraje tan intenso que sólo una mordida a tu sandwichito solucionará al instante.
¿Por qué te pones como Hulk cuando tienes hambre?

Este fenómeno es tan común que en inglés tiene su propia palabra: "hangry" y hasta Snickers basa sus comerciales en la noción de que nos ponemos súper histéricos cuando traemos la panza vacía.
A continuación te explicamos la razón científica por la cual nos enojamos tanto cuando tenemos hambre:
Te da "el bajón"

Durante el proceso digestivo, las biomoléculas (como los carbohidratos y las grasas) se descomponen en otras sustancias, como la glucosa. Cada minuto que pasa desde tu última comida, la concentración de nutrientes en la sangre baja. Cuando pasas mucho rato sin comer y tus niveles de glucosa descienden, tu cerebro entra en modo pánico.
Amanda Salis, especialista en nutrición de la Universidad de Sidney, explica que la glucosa es el combustible principal del cerebro, por lo tanto su ausencia dificulta su trabajo. Por eso cuando mueres de hambre no te concentras o incluso tus movimientos se vuelven torpes.
Si no te concentras de manera normal, lo más probable es que tu comportamiento social también se vea afectado. Por eso te conviertes en una bestia loca que no conoce razones cuando no comes a tus horas. Es tu cerebro entrando en modo sobrevivencia, y nadie sobrevive siendo una bolita de alegría pacífica (en la naturaleza salvaje, claro).
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Hormonas del estrés

Cuando baja la concentración de glucosa en tu organismo, otra de las medidas que toma tu cerebro en crisis es ordenarle a otros órganos que liberen hormonas que eleven la cantidad de glucosa en la sangre. Entre ellas se encuentran el glucagón, la hormona del crecimiento, la adrenalina y el cortisol.
La cuestión es que tanto la adrenalina como el cortisol son sustancias que liberamos en situaciones de estrés. Por ello el hambre intensa tiene el potencial de modificar tu mal humor tanto como una situación estresante (porque no comer técnicamente sí es una situación estresante, ¡tu cerebro siente que se muere!).
Para evitar ponerte bien hangry, lo mejor es no pasar demasiadas horas en ayunas y no esperar a comer hasta que el hambre sea imposible de ignorar.
¿En una escala de maestro zen a Hulk: tú qué tan enojado te pones cuando tienes hambre?
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