Esta mañana, mientras revisaba las noticias del día, me encontré con una nota que llamó particularmente mi atención: "Los tatuajes distorsionan la conducta y deterioran los valores, dicen diputados del PAN".
En defensa de los tatuajes: Los diputados no pueden legislar sobre mi cuerpo

¿En en serio? Me sentí preocupada al pensar que esto constituye un retroceso, mientras luchamos contra la discriminación por llevar tatuajes, resulta que nuestros "honorables" diputados andan por ahí declarando que un tatuaje transforma tu conducta y tus valores.
Todo esto surgió como consecuencia de la propuesta que hicieron los legisladores de aplicar sanciones económicas a las empresas que introduzcan, adhieran o adjunten tatuajes a los productos de consumo humano.
Es decir que habiendo taaaaantos temas que urge resolver (trata de personas, feminicidios, prostitución infantil, falta de medicamentos en hospitales públicos, escuelas que se caen a pedazos, inseguridad, etc.), los legisladores prefieren ponerse a debatir sobre el peligro que representa para los niños ponerse una imagen de Bob Esponja en el brazo.
Y aclaremos algo: al hablar de "peligro" no se refieren a la posibilidad de presentar alguna reacción alérgica, lastimar su piel al retirárselo (que de hecho esas cosas se quitan con agua) ni nada parecido. Los diputados panistas están convencidos de que hacerte un tatuaje altera tu comportamiento. What?!
Según ellos, dejar que los niños se pongan calcomanías temporales en la piel los predispone a querer hacerlo de forma permanente cuando crecen (sí, claro, el tatuaje de Bugs Bunny que me puse a los seis años me impactó tanto que ahora quiero tatuarme todo el cuerpo).
Para agregarle más dratamismo a sus argumentos, aseguran que "en los últimos años el entorno familiar, educativo, social y cultural en el que se desarrollan los niños y adolescentes ha cambiado, por lo que debemos pugnar porque los valores de la persona humana, su libertad, su respeto y su dignidad prevalezcan".
Como si la dignidad de los más jóvenes no se viera vulnerada por problemas reales que no están priorizando como la desigualdad social o la violencia que ya nos convirtió en el segundo país más letal del mundo.
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Claro que la sociedad va de mal en peor, pero en nada tienen que ver los tatuajes, si así fuera, la humanidad se habría extinto hace siglos, pues se tienen registros de tatuajes que datan desde la prehistoria.
Parece que el fondo de la cuestión es que quieren evitar a toda costa que nos tatuemos. Lo que nuestros "queridos legisladores" no entienden es que ellos no pueden decidir sobre nuestros cuerpos. En pocas palabras: es mi cuerpo y yo hago con él lo que se me da la gana.
Estos panistas creen que las personas se tatúan nada más porque sí, que no tienen respeto por su cuerpo y que, en el preciso instante en que la aguja toca la piel su conducta automáticamente cambia de forma negativa.
Pues les tengo una noticia señores diputados: La decisión de hacerte un tatuaje es individual, cada quien tiene sus motivos para hacerlo y todos son perfectamente válidos. Llevar un diseño sobre la piel para nada te convierte en delincuente o en un ser peligroso (así como a ustedes la ropa cara no los convierte en personas decentes).
Y sobre todo, no tiene ninguna relación con tu talento y tu desempeño laboral. Esto lo aclaro porque, según ellos, temen que los niños crezcan con ganas de tatuarse y eso afecte sus oportunidades laborales (discriminación y prejuicios, como dicen en mi rancho).
El tatuaje es una expresión artística señores panistas, una forma de mostrarle al mundo tus ideales y tus convicciones. Una forma de apropiarte de tu cuerpo. Así como ustedes gastan miles de pesos en comprar pinturas (por cierto con nuestro dinero, porque nosotros pagamos su sueldo), las personas que tenemos un tatuaje optamos por llevar el arte en nuestra piel.
Así que compréndanlo de una vez, ustedes no pueden legislar sobre lo que nos pertenece a nosotros. Dejen de perder el tiempo y pónganse a trabajar.
Nota: Quien firma este artículo está orgullosa de tener un tatuaje. Y, aunque no lo tuviera, igual le parece absurdo que los legisladores quieran decirnos si está bien o mal lo que hacemos con nuestro cuerpo.