Rebirth: Sí, el cómic de Superman es el más aburrido, pero también es el que me llega al corazón

Aunque es cuestión de opinión, casi todos coincidimos en que el Rebirth de Superman ha sido el cómic más aburrido de todos. Quiero decir, a pesar de que ha sido entretenido y nos presentó historias emocionantes, repletas de acción; el centro de la historia no ha sido el heroísmo o poder de Superman, sino más bien su paternidad. 

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Siendo precisos, por momentos, podríamos sugerir que el verdadero protagonista del cómic no es otro más que Jon, hijo de la familia Kent/Lane. Pero justamente es esto lo que otorga al cómic un aditivo especial, lo que lo distingue y, personalmente, logra que me llegue al corazón. 

El lado más humano del Kryptoniano; la parte más frágil del indestructible

Imagen DC Comics

El issue #26 nos presenta a un Jon Kent que ha dominado sus poderes por completo y que —debido a la influencia de Damian Wayne y en consecuencia de las experiencias vividas recientemente— desafía las instrucciones de su padre porque es consciente de sus capacidades. Jon no está dispuesto a permitir que sus miedos lo paralicen; él es el hijo del superhéroe más fuerte de todos y, por lo tanto, cumplirá con su deber para con la humanidad. Obviamente, el ímpetu de tal decisión —complementado por los cambios psicológicos propios de un adolescente— hizo que Superboy se mostrara arrogante y desbordante de confianza; algo que preocupó a Superman, quien, por primera vez, no sabía cómo proceder —desafortunadamente, ninguno de sus poderes lo ayudaría a lidiar con un hijo rebelde—. 

Y aquí es donde comienza lo bueno

Imagen DC Comics

Clark —no Superman, Clark Kent— se refugia en su esposa, y gracias a su apoyo recuerda aquellos viejos relatos de su infancia en la granja Kent, cuando él también quiso hacer las cosas a su modo, cuando aprendió que la humildad es el poder más efectivo —incluso para un kryptoniano—. A través de este recurso,  Superman #26 conecta tres generaciones en apenas 3 páginas, y, de paso, de manera casi imperceptible, enaltece valores perdidos y subestimados, olvidados entre tanta explosión: la familia, por ejemplo. 

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Clark Kent —aquel nombre falso que ocultaría la verdadera persona de Kal-El— emergería, y su humanidad quedaría expuesta. Ya no solo sería la kryptonita lo que debilitaría al Hombre de Acero, sino que ahora tendría otro punto débil que, irónicamente, también sería lo que lo hace más fuerte que cualquiera de sus anteriores versiones: el amor hacia Jonatan Kent. 

Sin duda alguna, el cómic de Superman es una fresca caricia al alma. 

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