A la largo de la historia de las viñetas encontramos que existieron -y existen- diferentes géneros que, por lo general, estaban orientados a un determinado público.
¿Cuándo fue que los chicos comenzaron a demandar historias más maduras en los cómics?

Las publicaciones pulp contenían aventuras en lugares exóticos, bélicas y westerns, por lo que el destinatario solía ser un adolescente o adulto. Las historietas con animales (como los personajes de Walt Disney) o niños como protagonistas, tenían un público infantil como consumidor. También existían historias de detectives, casos policiales y de acción como Dick Tracy, El Zorro y The Shadow. Pero en 1938 gracias a la llegada de los comics-books y con la aparición de Superman se creó el género de los cómics de superhéroes.
Desde entonces millones de copias se vendían por todo Estados Unidos pero, ¿a qué público estaba orientado?

El fenómeno tenía la virtud de haber fusionado todos los géneros existentes ya que contenía personajes fuera de serie, aventureros, con alter-egos que los dejaban más expuestos y algo de humor. La combinación rápidamente captó la atención de los chicos, que no veían la hora de llegar a la tienda más cercana para comprar los números recién salidos.
Las historias eran sencillas: ladrones, bichos gigantes del espacio o malvados bien resaltados.
Apenas pocos años después el gobierno norteamericano comprendió que el medio tenía que ser aprovechado para hacer propaganda -de la misma manera que se utiliza al cine y los videojuegos en la actualidad- y utilizó al cómic para hacerle comprender al norteamericano que debía actuar en la Segunda Guerra Mundial y al mismo tiempo enaltecer el espíritu patriótico.
Los resultados fueron maravillosos para el gobierno, si hasta los propios soldados leían las viñetas guardados en las trincheras. No importó en ese momento que los niños leyeran sobre un tema tan complejo como es el de una guerra.

Cumplido el propósito, poco tiempo después de haber finalizada la Segunda Guerra Mundial la publicación del Doctor Wertham generó un retroceso en la temática de los cómics. Wertham consideraba que el contenido era violento, obsceno y fantasioso y que en los jóvenes lectores generaba tendencias al crimen, separación de la realidad y hasta promovía la homosexualidad.
Finalmente el Senado promovió un código de censura (encubierta, si se quiere, ya que cuenta con la aprobación forzada de las editoriales más grandes) llamado Comics Code Authority (muy reconocido por el sello CCA) y desde ese entonces todos los cómics debieron cumplir con una serie de requisitos para poder ser publicados. Por supuesto, leer Superman en aquel entonces era como leer un folletín dominical de cualquier iglesia.
Lee más sobre el CCA en: La censura en el cómic
A pesar de que la censura duró muchos años, curiosamente despertó aún más el interés por el público juvenil por contenidos más maduros. Mientras en la televisión era un éxito la serie de televisión de Batman, la batalla contra la CCA se daba en varios lugares. Por un lado, comenzaron a surgir cómics underground, que volaban por debajo del código. Por otro lado James Warren desde Warren Publishing encontró un artilugio legal para publicar cómics para adultos como Vampirella, Creepy y 1984 (las editaba como revistas y no como viñetas) y finalmente Stan Lee, quien publicó en 1971 un título de Spider-Man relacionado a drogas sin el sello de CCA y culminó en una revisión completa del código.
La revolución absoluta en los temas a tratar ocurrió en los 80. Ya para ese entonces los lectores, de rango más amplio que van desde chicos hasta adultos, consumían tramas mucho más complejas -a su vez humanas- y alejadas de simples monstruos radioactivos o extraterrestres malosos. En los 80 se habló de la Guerra Fría, muerte de superhéroes ( A Death in the Family, de Batman, en donde muere Robin todo mutilado en sus manos), familiares, drogas, sexo, armas en las escuelas, homosexualidad (motivó a volver a cambiar el CCA), corrupción, zombies, enfermedades venéreas, infidelidades y todos los temas que otrora habían sido censurados.
Hay que reconocer que lo que le permitió una gran libertad a las grandes editoriales para poder alimentar el hambre del público deseoso de estos temas fueron dos hechos fundamentales: el cambio de distribución de los cómics, pues, ya no eran tanto por los kioscos (único lugar donde se tomaba atribuciones la CCA), y el nacimiento de sub editoriales como Vertigo y Milestone con total libertad para publicar lo que quisieran ya que no iban a contar con el sello.

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En la actualidad no existen cómics de superhéroes con historias infantiles. Al igual que evolucionaron los chicos (hoy vemos cómo un niño de 2 años toma un smartphone y habla como si lo conociera de toda la vida), también lo hicieron los cómics.
Un poco porque fue forzado (propaganda), otro porque siempre va a llamar más la atención lo censurado o simple evolución. Lo cierto es que hoy es más interesante ver a un grupo de superhéroes peleándose entre sí por diferencias de criterios político-sociales que atrapando a un malhechor robándose bolsas con el signo de dólar de un banco.









