Crack Bang Boom: El gran evento del cómic argentino

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Desde el 1 al 4 de agosto se realizó en la ciudad de Rosario la cuarta edición del Crack Bang Boom ( CBB), la convención de historietas más importante de Argentina.

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La expectativa es grande durante esos días. Tan grande como el barco carguero anclado en el río Paraná, frente a los galpones del Centro de Expresiones Contemporáneas ( CEC) donde se desarrolla el evento. Es que el CBB es un síntoma de la recuperación de la historieta argentina, aquella que dio algunos de los más grandes exponentes del noveno arte, pero que quedó a un paso de la extinción durante los años del neoliberalismo más salvaje.

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Hoy la escena está cambiando, y Rosario es el mejor termómetro para seguir su progreso. Encabezado por Eduardo Risso ( 100 Bullets), el CBB es un punto de encuentro absoluto: entre artistas y editoriales, entre dibujantes y guionistas, entre las editoriales entre sí, y, sobre todo, entre el público y las viñetas. 

En esos días, cualquier persona podía cruzarse en el bar del CEC al mítico Domingo "Cacho" Mandrafina tomando un café mientras escuchaba atentamente la charla del joven y consagrado  Paul Pope.

Tal vez el mayor logro del evento es la de haberse convertido en la fecha bisagra del calendario editorial argentino -aunque también hubo una fuerte presencia e interés de sellos uruguayos, bolivianos y brasileros (país invitado en esta edición)-.

Star system

Una de las características del CBB es cómo logró conjugar nombres de primera línea mundial con las editoriales independientes, fanzineros y autores noveles.

En las anteriores ediciones pasaron por allí Jim Lee, Frank Quitely, Brian Azarrello, Renato Guedes, Carlos Trillo, entre muchos otros. Este año las "estrellas" -que nunca dejaron de firmar autógrafos, dar charlas, ni dibujar- fueron David Lloyd ( V for Vendetta), Paul Pope ( Batman: Year 100) y el editor en jefe de Dark Horse, Scott Allie.

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La presencia de Allie responde  a la sana costumbre del festival de coordinar una presentación de carpetas de trabajos de artistas locales a los gigantes norteamericanos, oportunidad más que aprovechada.

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Independencia y trabajo

Por el lado de las editoriales independientes, es un signo muy positivo que estas fueran las que ocuparan la mayoría de los stands. Algunos sellos como Llanto de Mudo, La Pinta, Pictus, Belerofonte, Loco Rabia (entre muchas otras) están presentes desde el primer día. Otros más nuevos, como Gutter Glitter o Dead Pop, representan la buena salud del sector. Por ejemplo, Dead Pop arribó el año pasado con una sola novela gráfica, pero en esta oportunidad presentó una decena de publicaciones.

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En la parte inferior del Centro de la Juventud, el segundo complejo anexado a este CBB, se podía encontrar una cantidad abrumadora de fanzines de diversos orígenes, formas y colores. Incluso una fotocopiadora imprimía en el acto creaciones espontáneas.

Balance positivo

Unas 15.000 personas pasaron por el evento según las cifras de la organización. En el último día, bajo un sol radiante, familias enteras cambiaron sus rutinas dominicales por ver a Galactus desfilar en una pasarela al aire libre en el concurso de cosplay. Otros liquidaron sus ahorros en lujosos tomos recopilatorios de Marvel o DC. Muchos (por suerte) invirtieron en publicaciones en su idioma y se llevaron libros exclusivamente autografiados. 

La cuarta edición del Crack Bang Boom consolidó su vigencia, aseguró su futuro y se mostró tan sólido como el barco carguero que custodió la costa rosarina.