La fotografía no sólo se ha convertido en un medio que ha ayudado a plasmar los acontecimientos que marcaron un hito en la historia, sino es también uno de los tantos canales que han servido para expresar el arte y las diferentes dimensiones del ser humano.
Si eres fan de la fotografía debes conocer un poco más sobre Vivian Maier

En la historia de la fotografía, ha existido un desfile de personalidades que han formado las bases de este oficio. Una de ellas es Vivian Maier, una niñera que pasó 40 años cuidando niños pero toda una vida tomando fotos que, años después de su muerte, verían luz.
Los trabajos de Maier son un reflejo de alguien que sabía capturar el momento justo de una década, de una cultura. Actualmente, es innegable el legado de esta misteriosa mujer.
El origen del gran misterio
Vivian Maier era hija de inmigrantes europeos que se vieron en la necesidad de escapar de las catástrofes de la guerra. Nación en Nueva York por lo cual estuvo rodeada de cultura y arte en la ciudad más cosmopolita del mundo.
Se sabe que su padre la abandonó estando aún niña, por lo cual vivió sólo con su madre quien, a su vez, estuvo en contacto con la fotógrafa de renombre, Jeanne Bertrand. Es posible que esta haya influido a Maier en sus primeros años.
Aunque se desconoce pocos hechos biográficos de Maier, se estima que sus primeros flashes comenzaron en Francia con una cámara que no ofrecía posibilidad de personalizar los valores manualmente.
Luego de este viaje, Maier regresaría a su Nueva York natal para trabajar como niñera. Paralelamente seguiría tomando fotos y su arte se refinaría poco a poco.
El descubrimiento
Maier se mudó a Chicago en los 60 para continuar su trabajo de niñera. Este trabajo le permitía seguir con la fotografía sin interrupciones.
Las imágenes de Maier eran un compendio de la vida, costumbres y cultura de la ciudad, autorretratos, retratos de los chicos que cuidaba e imágenes de la riqueza y pobreza que le rodeaban.
Maier imprimió, asimismo, su toque excéntrico y extravagante que la caracterizaba como persona. Un toque personal que enriquecían las historias detrás de las fotos.
A pesar de ello, Maier se negó a revelar las fotos en vida, salvo en algunas excepciones. De hecho, pudo determinar el tamaño y el tipo de papel ideal para imprimir, experimentar los trabajos de un cuarto oscuro y cámaras para probar.
Lamentablemente, ninguna de estas imágenes verían la luz sino hasta en el 2007 que se dan a conocer como una caja de archivos fotográficos adquiridos por John Maloof quien no tenía idea del gran tesoro en sus manos.
Luego de tres años, escaneos y algunas revelaciones, Vivian Maier comenzó a darse a conocer dentro del escenario fotográfico.
Saldo final
100 mil negativos, entre 20 mil y 30 mil carretes sin revelar, son algunas cifras que acompañan el mito de Maier.
En ellos están contempladas historias del día a día llevados magistralmente de cómo se vivía en Nueva York y Chicago en los 50 y 60, respectivamente.
No obstante, Maier no vería el fruto y la admiración que produciría sus trabajos. Sufrió varios años por una deteriorada salud hasta morir en una casa de ancianos en el 2009.
Misteriosa, reservada y con un ojo extraordinario, Maier nos transmitió un mensaje diferente, de lo cotidiano que se convierte en magia.








