¿Sabes cómo se protegían los libros en la Edad Media? Con maldiciones, por supuesto

La abundancia de libros es algo realmente reciente en la historia, al menos desde que existe la imprenta para que sea mucho más fácil hacer varias copias de una obra. Aunque hay ejemplos realmente antiguos de textos, cada ejemplar era único y muy difícil de reproducir. Para esta tarea, los escribas pasaban horas y horas copiando las frases, lentamente, de forma sumamente cuidadosa y prolija.

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Tener este trabajo no era nada fácil, el encargado pasaba horas sobre las hojas, lo que ocasiona problemas de espalda, de la vista y de los órganos internos. Con todos los problemas para hacer un libro, cada uno era realmente preciado, es por eso que se preocupaban tanto en protegerlos. El trabajo se hacía a la luz del sol solamente, debido a que las velas podrían haber ocasionado incendios.

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¿Qué mejor forma que una maldición?

Imagen Wikimedia Commons

Con la idea en mente de proteger los libros, los escribas usaban un método que ahora parece raro pero era totalmente lógico para ellos. Colocaban maldiciones hacia aquellos que pudieran romper o apropiarse de estas obras. Las palabras contenían comúnmente amenazas de muerte y sufrimiento, así como excomunión de la Iglesia católica.

Aunque para nosotros puede sonar absurdo que alguien crea que puede morir por romper un libro, en la Edad Media todos lo pensaban. Las creencias religiosas eran tan fuertes y el miedo a lo sobrenatural tan grande, que nadie se atrevía a tocar siquiera las obras de un escriba. No valía la pena la condena eterna solamente por robar un libro. Era la única protección, pero claramente la más fuerte.

Anatema

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Entre todas las maldiciones, una de las que daba más miedo era de  Anatema, es decir, la de excomunión. Para una comunidad de creyentes, era peor ir al infierno que morir y en este caso, dejar de pertenecer a la Iglesia. Sin embargo, una maldición con detalles sobre sufrimiento físico podía ser igual de efectiva:

Si alguien se lleva este libro, déjalo morir la muerte, déjalo que sea freído en una sartén, déjalo que mengüe con una enfermedad y fiebre, dejalo romperse en la rueda y ser colgado. Amén.

Pero cada maldición era un reflejo de la originalidad del escriba, así que se pueden encontrar de todo tipo. Algunas son complejas, otras muy simples, pero todas eran temidas. Aquellas con grandes detalles sobre cómo la persona sería colgada, mutilada, asada y destruida son las más interesantes por la variedad, pero existen tantos ejemplos que es difícil tenerlos en mente a todos.

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La historia de las maldiciones


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De hecho, las maldiciones medievales no fueron las primeras. Si vemos momias egipcias y objetos de la Antigua Grecia, también podremos encontrar ejemplos similares. Esto significa que no es excluyente de la religión católica, sino que cambian los dioses, pero no la existencia de palabras amenazantes.

Aunque ya no importa demasiado que alguien intente robarte libros de tu casa, quizás muchos quieran agregar maldiciones para aquellos que no los devuelvan. Así más de un conocido podría decidir que es hora de regresar esos tomos que quedaron en su biblioteca, pero son tuyos.

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