¿Quién tiene la culpa? Sobre el niño que cayó en la jaula del gorila y el disparo para salvarlo

¡Que los sustos nos enseñen!

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El sábado, cuando los ciudadanos y turistas de Cincinnati, Estados Unidos paseaban por el zoológico de la ciudad, sucedió una escena que parecía salida de una película: un niño de 4 años terminó dentro del recinto de los gorilas. 

La decisión que se tomó para salvar al niño, fue terminar con la vida de  Harambe, el gorila. El miedo ante lo que el animal podría haberle hecho al niño, fue el motivo de la decisión, que para los encargados del zoológico, fue difícil, pero necesaria. 

Según lo que se puede observar en un vídeo que uno de los testigos del hecho divulgó, el gorila arrastró al niño por el agua y luego se detuvo a observarlo. 

Las disputas giran ahora en torno a si la decisión del zoológico de matar al gorila fue la mejor y si la culpa del accidente la tienen los padres del niño (en las redes sociales se pide que se proceda contra estos y una petición que defiende a Harambe ya tiene más de 60 mil firmas). 

Por qué la pregunta debería ser otra

La pregunta que deberíamos plantearnos debería ir al fondo del asunto. Sí. Salvar la vida de un niño, así como se salvó la vida del joven que entró a la jaula de los leones no debería ser cuestionado. Tampoco deberíamos cuestionar si los animales eran culpables o no. Lo único que se necesita para tener una respuesta ante esto último, es tener empatía. Tampoco la respuesta a por qué los zoológicos (para el caso de los leones y el gorila) no tenían somníferos... eso tampoco debería plantearse, porque lo que no debería existir, es ese espacio confinado y apartado del hábitat natural de la mayor parte de los animales, ¡no deberían existir los zoológicos!

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La situación de peligro a la que quedaron expuestos tanto el joven chileno como el niño estadounidense, no debería haberse dado. Porque ningún animal debería vivir en exposición, y a eso nos referimos cuando hablamos de una vida encerrada, alejada de su hábitat y como entretenimiento de la especie humana, porque como lo han explicado diversos estudios, los animales encerrados en los zoológicos enloquecen.  

El lema de los zoológicos, que hablan de querer proteger a las especies de la extinción, podría tener su quiebre, porque vivir en jaulas y en espacios que nada tienen que ver con su hogar natural, no los prepara ni los rehabilita para una reintegración a su naturaleza.  

La educación sobre la vida salvaje, que muchos padres y adultos alegan cuando quieren defender la existencia de estos, tampoco tiene argumentos fuertes porque, ¿qué tan auténtica es la vida de los animales que viven en cautiverio? ¿No aprendemos más mirando los cientos de documentales que existen sobre las diferentes especies? ¿Acaso los zoo no nos enseñan que privar la libertad está bien siempre y cuando sea para nuestro provecho? ¿No estaríamos educando con mucho más valores a los niños si les hablamos sobre la diversidad y el respeto hacia la naturaleza? 

Lo que sucedió este fin de semana con el gorila y el pasado con los leones debería hacernos detener y pensar. SÍ, claro era necesario salvar al niño y al joven. No, la culpa no la tuvieron los animales salvajes. ¿Es la respuesta cambiar las medidas de seguridad de los zoológicos?

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