Mano de Gato es una peluquería personalizada que, como su misma dueña afirma, más que parecerse a un salón de belleza se parece a un consultorio. Tienes que pedir cita con antelación y generalmente te encontrarás a solas con Viviana Hormazábal, la peluquera.
Mano de gato: la peluquería que toda chilena debería visitar

Está ubicada en un pequeño local de un antiguo –y laberíntico- mall de Providencia, al que difícilmente llegarás por casualidad. Alguien tiene que haberte pasado el dato, el secreto. Hay un lavamanos para hacer el shampoo, un enorme secador de pie al estilo de los años sesenta, un par de puestos con cojines para que tus acompañantes esperen y en el centro, una y solo una silla giratoria roja de peluquería.
La única pared a la vista del local se encuentra cubierta por fotos en blanco y negro de algunos clientes, hombres y mujeres, que han pasado por la silla-diván de Viviana en los últimos años sosteniendo un cartel con sus respectivos nombres.
El método de Viviana
Mano de gato como local existe hace 3 años, pero Viviana de 29, lleva cortando el pelo prácticamente desde el colegio. Nunca quiso trabajar en una peluquería, ni tampoco tener un enorme salón. A ella le gusta la atención one-on-one, para escuchar al cliente con calma, entender qué quiere, y tener el tiempo y el espacio para hacer el cambio de look. Como en un ritual.
Inspirada en modelos antiguas como Jane Birkin. Brigitte Bardot y Anna Karina (actriz francesa), cuando de ella se trata, se inclina por looks de los años 60 y 70.
Pero cuando del cliente se trata, esto es lo que nos cuenta: “Me gusta que la gente se renueve a través de lo que hago. Es bonito lo que eso genera. Además de lo técnico que es manual y me relaja mucho, me gusta tratar a las personas. Generarle a alguien un cambio que lo puede hacer sentir bien es bacán. Por eso digo que funciona como una consulta".
Se inclina muchas veces por los cortes juveniles y modernos, pero nada demasiado excéntrico. "No hago colores de fantasía súper locos ni nada de eso. Mis clientes quieren verse mejor pero sin dejar de ser quienes son".
Tomarse su tiempo
Mientras atiende a una chica recién llegada de pelo corto, le pregunta cuánto más quiere subir el largo. "Recuérdame qué fue lo que hicimos la última vez", le dice. "¡Ah pero te ha crecido harto!"
Viviana se toma su tiempo para atender a cada persona. Mientras corta entresacando capa por capa el pelo de su cliente, me explica que no le gusta usar navaja, porque la navaja raspa el pelo. Ella corta con la tijera de dos filos: "La voy cerrando a medida que corto y así es que el pelo no sufre", aunque se demore un poquito más.
La clienta nos cuenta que una vez tuvo una muy mala experiencia con un peluquero "estrella", al que tuvo que esperar mucho tiempo para que la atendiera. Cuando finalmente llegó su turno, la atendió apurado, no escuchó lo que ella le estaba pidiendo y arruinó su larga cabellera. Entonces tuvo que esperar un par de años hasta que le volviera a crecer.
"A mí me gusta mucho hablar con el cliente", explica Viviana. "Soy súper detallista para hablar cada cosa. Hay gente que le cuesta mucho explicar qué quiere y toma un tiempo entender. Si no tiene nada claro propongo uno, pero siempre trato de hablar las cosas".
¿Qué te pareció esta peluquería? ¿No te dan ganas de ir?
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