El lado oscuro de la juventud: 11 turbulentas películas sobre jóvenes en problemas

La adolescencia y la primera juventud, esa problemática etapa marcada primero por la revolución de las hormonas y luego por las crecientes responsabilidades y presiones (reales o percibidas), que desembocan en comportamientos erráticos y rebeldes, en angustias existenciales o en simple apatía.

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Ciertamente un buen tema para una película.

Hay toda clase de problemáticas juveniles y adolescentes, y algunas películas han decidido explorar el costado más sombrío y extremo asociado a ellas, sea apelando al crudo realismo o al terror sobrenatural. Aquellas en las que el desafío a las figuras de autoridad, la renuncia a las reglas impuestas por la sociedad o el sentimiento de desamparo y confusión se traduce en resultados más o menos trágicos que involucran adicciones, violencia o depresión.

Estas son algunas de las mejores de esas películas:

1. La naranja mecánica (1971)

El clásico ultraviolento de Stanley Kubrick, una sátira social sobre un joven carismático, antisocial, psicópata y delincuente, eventualmente forzado a convertirse en un miembro «ejemplar» de la sociedad, mediante un método no menos oscuro y violento.

2. Heathers (1988)

La clásica comedia de culto protagonizada por Winona Ryder y Christian Slater que, a fines de los 80, tomó inspiración en las comedias de adolescentes en la secundaria que John Hughes había popularizado, pero les dio un giro hacia un costado más crudo, cínico y subversivo.

3. Kids (1995)

Cualquiera de las películas del polémico Larry Clark podría haber ingresado en esta lista. Toda su obra se ha caracterizado por el interés de explorar el papel que desempeñan en ciertos jóvenes —en ciertos contextos sociales— elementos como las drogas, el sexo y la violencia, y mostrarlo de manera directa y contundente.

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Kids es la más conocida, en parte por incluir los papeles tempranos de futuras estrellas como Chloë Sevigny y Rosario Dawson, y en parte por ser la primera película del director, la que sorprendió a todos ( Bully y Ken Park, en muchos sentidos más gráficas y chocantes que Kids, venían precedidas por su reputación).

Filmada como si fuera un documental, muestra el comportamiento hedonístico y por momentos sociópata de algunos adolescentes en Nueva York, durante la epidemia de VIH de mediados de los 90.

4. Trainspotting (1996)

El famoso, pero no por eso menos deprimente, retrato de Danny Boyle de la juventud heroinómana en Edimburgo.

La perfecta representación cinematográfica del lema punk de « No Future», la juventud como un estado de estancamiento, desolación y desesperanza, en el que nada merece la pena, salvo evadirse.

5. The Virgin Suicides (1999)

El debut como directora de Sofia Coppola, y su verdadera obra maestra, incluye un grupo de jovencitas cuyos dramas e inquietudes tradicionales de la adolescencia se ven exacerbados por sus padres sobreprotectores y conservadores religiosos. La única salida posible para ellas es la más radical: un pacto suicida.

6. Requiem por a Dream (2000)

Y si hablamos de desesperanza y depresión, difícil encontrar una película tan ajustada y efectiva como la de Darren Aronofsky.

Es, sin embargo, la otra cara de la moneda de la adicción que presenta Trainspotting. En Requiem... no se drogan para escapar a la realidad sino para cambiarla; los jóvenes tienen sueños y ambiciones, pero eso mismo será su maldición y su cruz.

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7. Donnie Darko (2001)

Una intrigante historia que mezcla ciencia ficción, terror psicológico, urgencia apocalíptica y una atmósfera pesadillesca, se enlaza mediante su protagonista, el adolescente titular interpretado por Jake Gyllenhaal, con una parábola sobre la adolescencia y sus rasgos salientes: el miedo, la confusión, los impulsos violentos, el sexo, el descubrimiento del mundo y sus misterios, y de la propia identidad.

Una etapa de la que uno emerge sin saber exactamente qué sucedió y cómo nos afectó.

8. Brick (2005)

Mucho antes de convertirse en el polémico director de The Last Jedi, Rian Johnson sacudió la escena de cine independiente con su largometraje debut, con un joven Joseph Gordon-Levitt en uno de sus primeros roles protagónicos.

Inspirado en las novelas negras y en clásicos del cine noir, la película es como una tradicional y oscura historia de misterio, crimen, drogas y violencia, pero situada en el ámbito de una escuela secundaria y protagonizada por adolescentes.

9. Spring Breakers (2013)

La visión del enfant terrible Harmony Korine (guionista de dos de las películas de Larry Clark mencionadas antes, Kids y Ken Park) de la festiva y francamente desagradable cultura del spring break universitario.

Aquí, inevitablemente, todo ese mundo caracterizado por la diversión superflua, más pretendida que real, las chicas en bikini, las playas, el sexo y el alcohol, desciende hacia el crimen y la violencia, con el agregado de poner en el medio a dos estrellas adolescentes como Selena Gomez y Vanessa Hudgens, símbolos de la inocencia y la pureza.

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10. Raw (2016)

Siguiendo con abordajes alegóricos, una de las mejores películas de los últimos tiempos propone un retrato crudo ( no pun intended) del canibalismo, que se presenta como una representación simbólica del despertar de la sexualidad.

Esa etapa que consiste, esencialmente, en adentrarse en un terreno desconocido, amenazante y lleno de peligros, pese a su promesa de placer, que impone una confrontación entre la aceptación del deseo propio y los mandatos de la sociedad, entre el descubrimiento de la identidad personal y el efecto en los demás.

11. Super Dark Times (2017)

La más nueva de la lista y quizá la menos conocida, es un pequeño thriller dramático independiente que ha cobrado cierta notoriedad después de estrenarse en algunos festivales de cine y de haber llegado a Netflix.

Realzada por la interpretación de sus jóvenes actores y por la inquietante dirección del realizador debutante Kevin Phillips, es una historia de cómo un trágico hecho fortuito desencadena un viaje en espiral hacia la oscuridad, la paranoia y la violencia, en un apacible suburbio estadounidense.

Ambientada a mediados de los 90, puede interpretarse como un preámbulo a la violencia juvenil a gran escala que comenzó a experimentar los Estados Unidos en forma de tiroteos escolares, de forma gradualmente creciente desde fines de esa década, con la masacre de Columbine en 1999.