Critica: Frankenweenie

Para quien les escribe, Frankenweenie es lo mejor que nos ha ofrecido Tim Burton en los últimos años; pero no el Tim Burton de “Alicia en la país de las maravillas”, sino el Tim Burton de “El joven manos de tijera”. Y es que (creo) Frankenweenie es un regreso a las raíces de su cine: uno plagado de monstruos entrañables, homenajes al cine serie B y a la esencia misma del cine, y al mundo en claroscuros de la niñez.

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Frankenweenie y el regreso a la semilla

Frankenweenie supone literalmente un regreso a las bases como cineasta de Tim Burton: se trata de la expansión de un corto que el realizador ideó y produjo cuando era empleado de Disney (de donde le echaron porque su estilo era demasiado sombrío para la factoría de Mickey Mouse).

La anécdota del filme es bien sabida: un niño pierde a su perro, y decide revivirlo con la ayuda de los relámpagos. El niño, para mayores señas, se llama Victor Frankenstein.

El consejo de quien esto escribe para los que no han visto Frankenweenie es que la vean, y el consejo para los que ya conocen el corto original es que la vean también, y el consejo para los detractores de Burton (entre los que me cuento) es que la vean. En todos los casos, les aseguro que saldrán con una sonrisa de la sala, y soltarán una que otra lágrima en evocación de mascotas perdidas.

Un homenaje al cine desde el cine

Imagen Getty Images

Frankenweenie es algo más que un remake de una vieja idea: es un homenaje al cine desde el cine. Partiendo de una apuesta arriesgada (¡una película de animación en blanco y negro!), Tim Burton se olvida de las facilidades de sus últimos filmes, y realiza una joya que desborda humor y referencias: desde las citas literarias ( Shelley, Van Helsing, Poe), hasta los claros homenajes al cine de terror más clásico (veremos desfilar gatos vampiro, una tortuga del tamaño de Godzilla y hasta un zombie bombero).

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Además del humor y la cinefilia, Frankenweenie toca fibras sensibles al hablar, sin tapujos, del amor entre una mascota y su dueño, que tras ser el motor del desastre que ocurre en la Nueva Holanda de la película, demuestra ser parte del duro aprendizaje de la aceptación de la muerte.

Imagen Getty Images

Al fin de cuenta, para quien esto escribe, de eso trata Frankenweenie: debemos aprender a decir adiós. Gracias, señor Burton, y bienvenido de nuevo.