Rubicón culminó su primer temporada de una manera...floja (no hay otra manera de decirlo) pero con suficiente potencial acumulado como para regresar en un segundo año que le de la oportunidad de enmendarse y contar una historia más ágil y entretenida.
Crítica de Rubicon Temporada 1: Asesinando la Velocidad

Durante estos trece episodios el show mostró ocasionalmente destellos de genialidad y creo algunos personajes muy interesante. Sin embargo la mayoría del tiempo se lo paso ocupado hablando de situaciones que a la audiencia le importaron poco o nada y haciendo que los espectadores se rezasen un rosario tras otro por alguna escena de acción.
Soy de los que cree que una buena historia requiere que el espectador se preocupe por los personajes pero realmente no podría importarme menos si el 99% de ellos son fusilados y reemplazados por títeres de trapo. Will, el supuesto héroe, solo frunce el ceño, da vueltas y hace preguntas muy obvias y sus secuaces no son mucho más interesantes. Kale Ingram, su astuto y diabólico jefe, es el único interesante, ya que muestra una gran capacidad para ensuciarse las manos sin titubear cuando la ocasión lo requiere.
Los conspiradores tienen gran potencial, ya que no son el clásico cliché de malos malosos porque tienen que ser malos, sino que parecen hombres de negocios que defienden sus intereses pero que tampoco están dispuestos a correr riesgos suicidas como en una película Bond. Lamentablemente los hemos visto muy poco ya que el show perdió el tiempo mostrando una búsqueda de pistas que parece salida del Código Da Vinci.
No creo que la serie deba incluir un tiroteo o persecución cada 5 minutos, pero necesita más velocidad y quitarle a los espectadores el deseo de adelantar casi todos los momentos muertos. Sea como sea, creo que el show merece una segunda temporada para mejorar y traer una conspiración que combine acción, intriga y suspenso en dosis bien equilibradas.









