Black Panther toma distancia del MCU para resaltar con brillo propio [reseña sin spoilers]

Durante su primera fase el Universo cinematográfico de Marvel fue perfeccionando una fórmula que llegó a su máxima expresión en The Avengers (2012) y que, desde entonces, ha sido la guía sobre la cual se construyen todas sus nuevas películas.

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Definitivamente una perfecta fórmula del éxito.

Las mejores películas de la franquicia son las que lograron dar un giro interesante y novedoso aún estando contenidas en esa fórmula; las que pudieron respirar pese a estar confinadas en ese espacio con reglas definidas y preestablecidas. Capitán América: Soldado de invierno lo hizo al adoptar un tono y una atmósfera de thriller de espionaje; Guardianes de la galaxia ensanchando literalmente el universo y situándose en un lugar completamente nuevo (y con héroes bastante atípicos); Doctor Strange abriendo la puerta a lo místico y a nuevas dimensiones; Spider-Man: Homecoming con su comedia adolescente coming-of-age inspirada en John Hughes; y Thor: Ragnarok, como una peculiar buddy movie en el espacio.

Un alejamiento del MCU

Imagen Disney

Black Panther continúa esta tendencia pero la lleva más allá: a diferencia de las anteriores, en Black Panther no se perciben las costuras de esa fórmula omnipresente, y por primera vez una película parece librarse por completo de ella.

Black Panther es la película más singular y arriesgada de Marvel.

No está sobrecargada de chistes y deja lugar al dramatismo, no está condimentada con easter eggs ni con múltiples conexiones con el resto del MCU, no hay un villano con un plan genérico de acabar con la humanidad y no hay un tercer acto con una brutal batalla plagada de CGI que amenaza con destruir el mundo entero.

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Todo esto ya es un mérito, pero además Black Panther es posiblemente la más compleja y relevante de las películas de Marvel en términos políticos e ideológicos; mucho se habló sobre el primer superhéroe negro del MCU, lo que en cierto sentido es una superficialidad, un logro nominal.

El verdadero hallazgo de Black Panther fue tomar estos temas que rodeaban a la película —del mismo modo que la reivindicación feminista rondaba a Wonder Woman— e incorporarlos directamente en el conflicto principal de la trama, pero de un modo natural e inteligente, no forzado.

Lo que da como resultado, entre otras cosas, tener uno de los mejores villanos de la franquicia, el Killmonger de Michael B. Jordan, uno cuyas motivaciones suenan genuinas y convincentes, y hasta compartibles en cierto punto, que ubica el conflicto no en un terreno maniqueo sino en una cuestión más gris sobre medios y fines, y que refleja en cierto modo a los dos íconos negros de la lucha por los derechos civiles, Martin Luther King y Malcolm X.

Imagen Disney

Un viaje a África

El cambio de escenario geográfico es fundamental para Black Panther, y el estar situada en Wakanda le da su primera y primordial singularidad, además de su potencia temática.

Este misterioso lugar, camuflado como un país pobre del tercer mundo para el resto del planeta pero secretamente de enorme riqueza por su recurso natural del vibranio, aparece vívido y hermoso en la pantalla, una fascinante combinación de asombrosa tecnología de avanzada y aspecto futurista con un profundo apego a sus tradiciones y cultura de raíz africana, con rituales coloridos, tribales y ancestrales.

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Uno y otro aspecto de Wakanda, la tecnología y la tradición mitológica, son puestas al servicio de la acción, logrando escenas impactantes por su sofisticación tecnológica o por su brutal y primitivo espíritu guerrero.

Representados además, cada uno de ellos, por grandes personajes femeninos: Shuri (interpretada por una sorprendente Letitia Wright), la hermana menor de T’Challa, es la experta tecnológica; Okoye ( Danai Gurira) y Nakia ( Lupita Nyong’o), las mejores guerreras de la Dora Milaje, la implacable guardia real.

Imagen Disney

En medio de todo esto está el príncipe T’Challa, a punto de convertirse en rey y mantener vivo el legado de su padre, que tras su muerte se alza como una figura noble que inspiraba respeto, lealtad y admiración.

Esta relación de T’Challa con su padre se establece como otro de los ejes de la trama y, como un espejo, también replicada en la historia del villano, lo que hace más compacta y efectiva la historia.

Una historia en torno al legado familiar y cultural, al lugar que ocupamos en el mundo, y con fuertes resonancias políticas y sociales actuales.

Protagonizada, claro está, por un superhéroe con un traje felino de látex a prueba de balas.

Calificación de Black Panther: 7/10.