El Universo cinematográfico de Marvel (MCU) cierra con Ant-Man: El hombre hormiga su fase 2, sumando a su galería de superhéroes uno nuevo y bastante singular, con una entrega que se preocupa por establecer las conexiones necesarias con el resto del MCU y con los Vengadores en particular, pero que se las arregla también para sostenerse por sí sola.
Ant-Man, el nuevo superhéroe de Marvel que no necesita llamar a los Avengers [reseña]

Fiel a los rasgos característicos de su superhéroe estrella, Ant-Man es una película pequeña, simpática y efectiva.
Nuevos tiempos, nuevos superhéroes
Guardianes de la Galaxia, partiendo de un cómic y unos personajes de Marvel absolutamente desconocidos para el gran público, logró convertirse en un enorme éxito de taquilla y en una de las películas más entretenidas de Marvel por ser algo esencialmente diferente, con sus héroes simpáticos, imperfectos e inadaptados y su tono de space opera graciosa y un poco absurda.
Ant-Man intenta recorrer el mismo camino, sin ceñirse por completo al género de superhéroes y llevando la trama al terreno de las clásicas películas de grandes robos (al estilo de Ocean’s Eleven), con elementos de ciencia ficción, condimentando todo con una buena cantidad de chistes, y un protagonista que se convierte en héroe más a su pesar que por propia voluntad.

El verdadero héroe, inicialmente, es Hank Pym ( Michael Douglas), un científico brillante que desde la primera vez que lo vemos se muestra preocupado por el uso que en las manos equivocadas puedan tener sus hallazgos, y que ya desde entonces revela su pasado como un hombre importante y respetado por los altos mandos de S.H.I.E.L.D. (Howard Stark y Peggy Carter, que tienen su cameo al inicio de la película).
Hank Pym representa, ahora, a la vieja generación de superhéroes, en una trama situada inmediatamente después de Avengers: Age of Ultron que nos mostró el nacimiento de los Nuevos Vengadores. Ahora es un hombre que ha sido desplazado incluso de su propia compañía, a instancias de su ambicioso discípulo, Darren Cross, y su propia hija, Hope Van Dyne, que por algo ha adoptado el apellido de su madre.
Darren Cross ( Corey Stoll) es un gran villano. Su historia y su presencia es una de las mejores cosas de la película, porque sus inquietudes y ambiciones son bastante similares a las que tuvo su mentor Hank Pym alguna vez (esto se lo dice el propio Pym en la película), las mismas que llevaron a éste a descubrir la tecnología que hizo posible a Ant-Man.
Pero la diferencia entre los dos es una que se arraiga en lo esencial de lo que es ser un superhéroe, que es dilema entre la ambición de obtener el crédito por los logros alcanzados (o lo que es peor, dinero), y la renuncia a todo esto en pos de un bien mayor.

De modo que Hank Pym debe buscar a alguien capaz de evitar que Darren Cross llegue a recrear su fórmula y haga de ella un uso irresponsable y peligroso, que según sus planes es aplicarla a la defensa nacional y al ámbito militar, además de venderla a cualquiera que pueda pagarla.
La nueva generación
Su hija, Hope —una brillante interpretación de Evangeline Lilly—, es a todas luces la persona adecuada, ya que posee las habilidades físicas, el conocimiento de la tecnología Ant-Man y la confianza de Darren Cross, pero por razones que lentamente se irán revelando, Hank se opone a esto firmemente.

Así es que Scott Lang es prácticamente manipulado por Hank Pym para involucrarse con esta misión que es casi suicida, pero que Scott necesita urgentemente para poder salir de su espiral criminal que lo ha llevado a la cárcel (de la que recién fue liberado) y que pone en jaque su relación con su adorable hija pequeña. Scott Lang es, sin embargo, un “ladrón bueno”: le roba a grandes y abusivas corporaciones. Y eso es lo hace que Hank Pym se fije en él.
Ant-Man es la historia de la redención de Scott Lang y en esto la película suma otra similitud con Guardianes de la Galaxia, no sólo en el camino recorrido por Lang desde criminal hasta superhéroe, sino también en sus características y personalidad, que se asemejan bastante a las de Peter Quill/ Star Lord (así como la relación Scott Lang/Hope Van Dyne tiene sus reminiscencias a aquella entre Star Lord y Gamora).
Paul Rudd de todas maneras le imprime al papel de Scott Lang su carisma y su sello personal, que lo hacen un personaje entrañable y simpático por cuenta propia.
Al mismo tiempo, la película aprovecha la presencia de Michael Douglas y de Hank Pym, no dejándolo ahí como el anciano relegado que parece ser, sino dándole suma relevancia, una historia propia y familiar, y una redención tan importante como la de Scott Lang, que hacen de los momentos más genuinamente emotivos de la películas. Momentos que fueron inmediatamente arrastrados fuera de su solemnidad y emotividad por un chiste certero.
El conflicto final, que consiste en la infiltración de un edificio con impenetrables medidas de seguridad, tiene algunas cosas bastante novedosas y grandes efectos especiales, pero, sobre todo, conduce a una variación saludable a los finales casi siempre idénticos de las películas de Marvel.
El equipo liderado por Ant-Man incluye, naturalmente, a un ejército de hormigas, que cobran protagonismo a medida que avanza la trama, pero también a otros amigos y ex colegas de Scott, que funcionan a la perfección para poner la cuota humorística sobre el dramático final.

En especial Michael Peña, en su papel del latino simpático e insoportablemente locuaz que fue compañero de celda de Scott, que termina por ser una de las joyas de la película.
En cuanto a la conexión con el resto del MCU, hay un elemento importante de la trama que lleva la película directamente al mundo de los Avengers, de manera bastante interesante, mientras que queda para las escenas de los créditos (hay dos de ellas, una en la mitad y otra al final) sembrar las pistas a futuro, las que apuntan a la vinculación de Ant-Man con la fase 3 del Universo cinematográfico de Marvel y en particular con Capitán América: Civil War.








