La comida japonesa me atrae porque tiene la virtud de atender a los cinco sentidos. En ella se cuida tanto la esencia del plato que se va a degustar, como la presentación, texturas, sabores, aromas y colorido. Tratada por los especialistas como un verdadero arte, indudablemente entra por los ojos, ya que las presentaciones de los platos suelen ser como pinturas: cada elemento dispuesto en un orden de antemano pensado para que el todo tenga sentido.
El Sushi y sus variantes
Así, no es lo mismo cortar cuatro trozos de pescado que formar una rosa de salmón con hojas de atún, arenque fileteado, algas como olas, todo eso presentado dentro de un "barco de madera".
A la hora de las precisiones es bueno recordar las diferencias: ese rollito colorido que es el que siempre aparece en las tapas de las revistas no es sushi. No señor. Eso es maki , un rollito de arroz cocido adobado con vinagre de arroz, azúcar y sal al que envuelve en alga nori.
El sushi admite diferentes preparaciones pudiendo llevar verdura o huevos, y el pescado puede ir crudo o cocido.
Por último, el sashimi, para mi gusto personal un éxtasis pleno de los sentidos, es simplemente el pescado o marisco crudo, sin arroz, en donde el arte principal consiste en mezclar debidamente con los palitos el wasabi deshecho dentro de la salsa de soja (para que no pique) y, a los paladares más audaces, acompañarlos con un touche de jengibre.
Todo esto acompañado por supuesto del mejor y más frío vino blanco que se consiga, y una camarera japonesa que no dude a la hora de enseñarnos a usar bien los palillos.





