DALLAS, Texas.- Para los sobrinos de Nery Mendoza el desgarre familiar se mantiene, pese a que hace dos días el presidente Donald Trump ordenó suspender la separación de padres y niños que ingresen sin documentos por la frontera.
La lucha de una hondureña para que su hermana se reúna con los hijos que le quitaron hace un mes en la frontera
Desde Texas, Nery Mendoza intenta que el gobierno le entregue a sus sobrinos Brihana y Brady, de 10 y 6 años, enviados a un refugio en Nueva York, mientras que la madre de los niños está recluida en un centro migratorio en Washington. Madre e hijos no han logrado comunicarse sino a través de su tía, que se ha convertido en el puente en un proceso incierto.
A mediados de mayo, después que se anunciará la política de "tolerancia cero" en materia migratoria, Mendoza recibió una llamada en la que su hermana Lesly Martínez le avisaba que la habían detenido tras cruzar la frontera con Texas.
Viajaba con sus hijos Brihana y Brady, de 10 y 6 años, desde Honduras e intentaba llegar a Dallas. Nunca habían estado separados, pero desde hace cerca de un mes los niños no han logrado hablar con su madre, lamenta Mendoza.
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“Por los momentos estamos igual, hay una esperanza de que sí la puedan soltar con sus niños, pero yo estoy con la angustia de que sigue en ese lugar", dijo la hondureña de 46 años luego de que la Casa Blanca anunciara que mantendrá a las familias juntas mientras estén bajo custodia.
"Hay noches que yo no duermo pensando en mi familia, pensando en los niños, pensar en sus caritas, cómo estarán llorando. Pensar en su mamá que está encerrada, pensar todo eso es un proceso de dolor", afirma.
Mendoza asegura que la última vez que Lesly vio a sus hijos se los llevaban a otra sección de la "hielera", como le dicen, por lo frío del aire acondicionado, a las instalaciones de la Patrulla Fronteriza en las que retienen temporalmente a los inmigrantes.
"Los niños iban con su ropita mojada... a ella se le partió el corazón”, señala Mendoza. “Se sintió impotente de no poder hacer nada por sus niños, porque ella sabía que iban mojados”.
A los niños los trasladaron de Texas a un refugio de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados (ORR, por sus siglas en inglés) en Nueva York, mientras que a Martínez se la llevaron a la costa opuesta, a centros de detención en Washington.
Desde su apartamento en Dallas, Mendoza intenta reunir a su hermana con sus hijos, en un proceso que involucra a distintas agencias gubernamentales y que activistas y políticos han advertido que carece de un protocolo de reunificación para las familias que ya han sido separadas.
Por lo pronto, Mendoza espera poder traer a los niños de vuelta a Texas a vivir con ella. Junto con una hija ha solicitado convertirse en patrocinadora de los menores. Entretanto, ha podido hablar por telefóno con Brihana y Brady, a través de una representante del programa de la ORR que le pasa a los niños. Están en un hogar temporal, pero la niña le ha dicho que los mantienen separados en grupos distintos, señala Mendoza.
“El niño está llora y llora que quiere ver a su mamá, me dice 'tía, ya me dejaron aquí', y yo 'no mi amor'", relata.
A la niña, una amante del futbol, la nota triste y retraída. "La niña está como deprimida, ella era muy alegre, muy sonriente", señala. "Se queda callada, como ida, yo la veo en su físico y siento que no está bien".
Durante una conversación telefónica reciente, Mendoza le pregunta a Brihana si estaba comiendo y durmiendo, si la trataban bien. "Sí, Sí, Sí", dice que contesta su sobrina con monosílabos. La llama "mi cachetona", en un intento por hacerla sonreír.
-"La amo mucho", le dice Nery a Brihana.
-"Okay", contesta la niña.
-"¿Le mandas un saludo a mami?"
-"Sí"
-"¿Qué le dices?"
-"Que la quiero mucho".
-"Tía te ama, mami".
Al otro lado de la línea, a más de 1,700 millas de distancia, Brihana se pone a llorar desconsolada.
"Pronto vas a salir de ahí mi amor, Diosito va a hacer un milagro para que salgas de ese lugar, no llores mi amor", la consuela Mendoza.
Univision Noticias solicitó información sobre Martínez y sus hijos a la agencia de Inmigración y Control de Aduanas y a la ORR, pero al momento de la publicación de esta nota no había recibido respuestas.
El costo de la separación
Desesperada porque manden a los niños a Texas y ayudar a su hermana, Mendoza acudió el 5 de junio a una cita con una abogado de la organización RAICES, que presta servicios legales a inmigrantes.
"Típicamente la familia habría salido bajo fianza en un par de semanas, ahora creo que ha sido casi un mes y todavía está separada la familia”, señaló el abogado Félix Villalobos.
Acotó que el proceso para convertirse en patrocinador de los niños mientras se resuelve su situación migratoria generalmente se tarda "dos semanas, máximo un mes", pero cree que se ha demorado más porque los niños fueron enviados a otro estado. Enfrentan una carrera contra el tiempo, afirma.
"Si llega 60 días que los niños están en foster care los van a meter en corte de inmigración allá en New York y queremos que estén aquí con la patrocinadora que es Nery”, afirma en su oficina en el centro de Dallas.
Otra complicacion: Villalobos no ha logrado comunicarse con Martínez. De hecho, la semana arrancó sin que él ni Mendoza supieran exactamente dónde estaba la inmigrante. ¿La habían enviado a una cárcel federal tras acusarla de entrar ilegalmente al país? ¿Estaba en un centro de detención? ¿Ya había tenido una entrevista de miedo creíble?, se preguntaban.
Cuando la buscaban en el sistema del departamento de Seguridad Nacional para ponerse en contacto con su oficial de deportación, les referían a un número de teléfono que nadie contestaba y le pedían un formulario que lo acreditara como abogado de Martínez, señaló.
"Yo no puedo hablar con ellos del caso de Lesly hasta que no mande la hoja azul G28 de representación, pero si no la puedo contactar no me la puede firmar", afirmó. Al mismo tiempo, "si no podemos comunicarnos con ella no podemos explicarle los derechos que tiene". Tampoco podían explicarle en qué consiste la entrevista de miedo creíble.
Martínez y sus hijos salieron huyendo de Honduras el 26 de abril, temían la violencia dentro y fuera de su hogar, afirmó Mendoza. Jamás pensaron que los separarían al llegar a Estados Unidos, agregó.
“Está duro que hagan esa separación porque le están dando a uno donde más le duele, imagínese perder a sus hijos", dijo Martínez.
Finalmente el miércoles, a través de la encargada del caso de los niños, obtuvieron la dirección del centro de detención en Seattle en el que estaba Martínez, pero cuando se disponían a enviar el formulario, la trasladaron a otro en Tacoma.
Llanto y esperanza
Luego de días sin hablar, Mendoza logró comunicarse con su hermana. Martínez tiene una llamada gratuita al llegar a un centro de detención, pero luego debe pagarlas y no ha logrado coordinar para conversar con sus hijos al otro lado del país. Le ha dicho a su hermana que se hacen largas filas para usar el teléfono.
“Lo primero que me pregunta es por sus niños, que extraña a sus niños, que quiere verlos, que ya no aguanta más estar en la cárcel”, señala.
En una grabación de una conversación que tuvieron esta semana, Martínez llorar desesperada, sin poder articular las palabras al otro lado de la línea.
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Y Mendoza considera que al menos son más afortunados que otras familias.
“Por lo menos yo se que están en New York, hay personas que no saben dónde están sus hijos. No saber dónde están sus niños, si están durmiendo bien, si están comiendo bien. Todos los que tenemos hijos sentimos el dolor de las personas que están en esa situación”, afirma.
La hondureña cuenta los días para que Brady y Brihana lleguen a Dallas. La niña quiere aprender inglés y el pequeño "viene con la esperanza de patinar sobre hielo". Espera poder llevarlos junto con sus nietos a un parque de flores.
A su hermana, le asegura: "Dios tiene un proposito para ti, ya vas a ver que vas a salir”, mientras mantiene encendida una vela a San Judas Tadeo en su apartamento de Dallas.
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