Ya hemos hablado un par de veces sobre los beneficios de la musicoterapia. Hoy iremos más allá y nos centraremos en el “Efecto Mozart”. ¿Será posible disminuir los daños de enfermedades como el Alzheimer simplemente escuchando una melodía? ¿Aumentará la inteligencia de los niños escuchar música clásica antes de su nacimiento? ¿Disminuirá los ataques epilépticos escuchar una sonata?
El “efecto Mozart” fue un término acuñado por el Dr. Alfred. A. Tomatis en 1991, quien utilizó la música de este compositor en diferentes investigaciones y concluyó que posee un poder sanador, superando a otros compositores como Bach o Beethoven. Afirmó que el “efecto Mozart”colabora a la hora de curar una variedad de trastornos y que funciona como una manera alternativa de lograr el equilibrio.
Más tarde, en el año 1993, tres investigadores del Centro de Neurobiología del Aprendizaje y la Memoria de la Universidad de California publicaron un artículo en la revista "Nature". Su descubrimiento fue que aquellos sujetos que habían estado expuestos a una sonata de Mozart obtenían puntuaciones mucho mejores en las pruebas de inteligencia espacial.
A partir de ahí el “Efecto Mozart” comenzó a cobrar importancia. De hecho, se registró la marca “The Mozart Effect” y se publicó un libro que fue best-seller dando cuenta de los diversos beneficios de escuchar la música de este compositor. Esto llevó a que en Estados Unidos más de un político comprara discos de Mozart para las guarderías e, incluso, que en algunos estados se los entregaran a cada niño recién nacido.
Al primer estudio le siguieron muchos otros. Se descubrió, por ejemplo, que los sujetos con epilepsia presentaban menos descargas epilépticas tras escuchar Mozart. Además, que pacientes con enfermedad de Alzheimer mejoraban su ejecución en tareas de inteligencia espacial. Sin embargo, con el tiempo fueron surgiendo otras investigaciones que intentaron demostrar que el “Efecto Mozart” no existía. Afirmaban que sus beneficios se limitaban a mejorar el rendimiento en tareas de razonamiento espacial y que no funcionaban en tareas de memoria o de atención. Además, aseguraban que estos efectos eran temporales.
Más allá de los estudios a favor y en contra del “Efecto Mozart” en OtraMedicina creemos que se desprenden diversos beneficios de la musicoterapia y que, en el peor de los casos, nunca está de más someterse de vez en cuando a un poco de música clásica.