Todas las toxinas que no logran ser eliminadas por el riñón o el intestino llegan a la piel para tratar de encontrar una salida.
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La piel grasa se caracteriza por ser brillante, con poros abiertos y con una dermis que parece que no recibe la limpieza apropiada aunque, en realidad, suele ocurrir exactamente lo contrario.
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Cepillado en seco. Es una técnica muy sencilla que tiene efectos similares a los de un masaje linfático. Se utiliza para activar el flujo sanguíneo y promover la eliminación de líquidos retenidos. Debe realizarse de 2 a 3 veces por semanas utilizando un cepillo de cerdas gruesas.
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La piel puede quedar un poco enrojecida, pero es completamente normal. Hay que prestar atención en la zona de las piernas, para estimular la circulación sanguínea y tonificar.
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Baño de té. Se prepara una infusión de manzanilla y romero en ocho tazas de agua. Y si es posible agregar un poco de lavanda seca.
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Lo ideal es terminar la ducha aplicando la infusión sobre todo el cuerpo. Se recomienda no enjuagar para que el aroma permanezca.
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Pediluvio. A un recipiente grande en donde se puedan remojar los pies hay que agregar agua tibia, dos puñados de sal marina y 10 gotas de aceite esencial de lavanda.
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Se sumergen los pies durante cuarto de hora y se aclaran con agua fría. El efecto relajante y descongestionante es inmediato. Si se quiere, se pueden colocar unas canicas o piedras redondas decorativas en el recipiente y presionarlas con los pies para un mayor efecto desintoxicante.
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Exfoliación. Hay que mezclar limón, azúcar, miel y aceite de oliva. Esta pasta se aplica en las manos y se masajea lentamente por todo el cuerpo.
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Para finalizar se recomienda enjuagar con agua fría y aplicar una crema ultra hidratante, de preferencia con manteca de karité.
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Mientras más azúcar ingieras, más productos finales de la glicación avanzada desarrollarás, los cuales dañan al colágeno y la elastina que mantienen la piel firme y elástica.