Cándido, de Tunkás, trabajó como bracero en California hace 40 años. “Cruzar la frontera siempre ha sido durísimo pero ahora es más difícil. Lo peor es que ya no sabes si encontrarás trabajo. Yo le diría a los jóvenes que no se fueran”. Joey Rosa/Ubelong
PUBLICIDAD
2/7
Mari con su hijo José que nació en Orlando. “Mi madre y mis hermanos están en Florida. Mi papá fue deportado las cinco veces que intentó reunirse con nosotros allí. Me regresé a Mérida hace dos años para estar con mi papá”. Lonnie Schlein/Ubelong
PUBLICIDAD
3/7
Enedina de Tunkás es madre de dos inmigrantes, uno que volvió tras 13 años en California y otro que no ha vuelto en 25 años. “Espero que mi hijo por fin obtenga los papeles para poder volver a verlo. Todo lo que puedo hacer es rezar”. Raúl Román/Ubelong
PUBLICIDAD
4/7
Sonia, de 41 años, con su nieta. Su marido se fue a Estados Unidos hace 17 años y aún no ha regresado. “La gente cambia cuando cruza la frontera, pero a menudo para peor”, dice quien vive en Tunkás. Joey Rosa/Ubelong
PUBLICIDAD
5/7
María, de Tunkás, espera por su marido que emigró a California hace 20 años y ha sido deportado varias veces. “Cada vez que le pregunto cuándo va a volver a casa, me dice que regresará cuando se pueda permitir un pasaje de avión”. Joey Rosa/Ubelong
PUBLICIDAD
6/7
Pedro muestra en Tunkás su tarjeta de Seguro Social de 1964 cuando trabajó en California. “Cuando mi contrato se acabó, me regresé a México. Cuando eres un inmigrante indocumentado en Estados Unidos no puedes ser libre”. Raúl Román/Ubelong
PUBLICIDAD
7/7
Martha y Faustino viven en Tunkás y tienen familiares en EEUU. “Estamos contentos de que casi toda nuestra familia tenga una vida mejor pero tristes de que nuestra cultura vaya desapareciendo de nuestra familia”, dice Martha. Lonnie Schlein/Ubelong