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1/9Melania Trump parece querer eludir a toda costa su paso por la Casa Blanca. En su segunda aparición pública como primera dama, de nuevo ha elegido Mar-a-lago, Palm Beach, para encontrarse con su marido. Su ausencia en la casa de gobierno, si bien estaba anunciada, empieza a parecer particularmente atípica: “Desde que la Casa Blanca se convirtió en la residencia oficial del presidente de los Estados Unidos, ninguna primera dama ha estado lejos de la Casa Blanca por tanto tiempo como Melania Trump”, sentencia Jean W. Harris, experta en la historia de las primeras damas y politóloga de la Universidad de Scraton.
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3/9Su reaparición de nuevo un fin de semana enciende las alarmas sobre las labores no atendidas en Washington. Sin embargo, la experta Jean W. Harris advierte: “Los roles de las primeras damas no son roles constitucionales. Es un rol creado a través de la tradición y, la verdad, es que cada primera dama puede acomodarlo a su manera. La primera dama es legalmente vista como una asistente de su esposo en términos de ayudarlo a cumplir con sus responsabilidades”.
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Melania Trump, primera dama de fin de semana
Desde la posesión del presidente Donald Trump el pasado 20 de enero, la primera dama, quien ha mantenido su residencia en Nueva York, ha aparecido públicamente solo dos veces para pasar los fines de semana en su casa privada de Mar-a-Lago, Palm Beach. Los expertos empiezan a alertar lo atípico de su prolongada ausencia de la Casa Blanca.

Melania Trump parece querer eludir a toda costa su paso por la Casa Blanca. En su segunda aparición pública como primera dama, de nuevo ha elegido Mar-a-lago, Palm Beach, para encontrarse con su marido. Su ausencia en la casa de gobierno, si bien estaba anunciada, empieza a parecer particularmente atípica: “Desde que la Casa Blanca se convirtió en la residencia oficial del presidente de los Estados Unidos, ninguna primera dama ha estado lejos de la Casa Blanca por tanto tiempo como Melania Trump”, sentencia Jean W. Harris, experta en la historia de las primeras damas y politóloga de la Universidad de Scraton.
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Vestida con unos pantalones palazzo (bota ancha) blancos, una camisa azul y un gabán (más apropiado para los fríos neoyorquinos, que para los cálidos aires de la Florida) arribó la primera dama en la tarde del viernes para pasar el fin de semana junto a su esposo en su residencia privada acompañados del primer ministro japonés y su esposa.
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Su reaparición de nuevo un fin de semana enciende las alarmas sobre las labores no atendidas en Washington. Sin embargo, la experta Jean W. Harris advierte: “Los roles de las primeras damas no son roles constitucionales. Es un rol creado a través de la tradición y, la verdad, es que cada primera dama puede acomodarlo a su manera. La primera dama es legalmente vista como una asistente de su esposo en términos de ayudarlo a cumplir con sus responsabilidades”.
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La semana pasada, después de todos los análisis que provocaron las imágenes de Donald Trump asistiendo a un evento oficial acompañado de su hija Ivanka, la primera dama, Melania Trump, apareció en escena justo solo para acompañar al presidente en sus primeras vacaciones a su casa en Palm Beach. Los dos vistieron un contundente rojo republicano.
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Despojada de los altísimos tacones que suele llevar, y con un elegante pero fluido vestido rojo en crepe de la casa francesa Givenchy (2,095 dólares), Melania, sin duda, protagonizó con su estilo el arribo presidencial a la Florida el viernes en la tarde.
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Con ese primer encuentro, la primera dama (que actualmente reside en Nueva York, en donde se ocupa de la educación de su hijo Barron) y el presidente están cumpliendo con los planes previstos de pasar juntos los fines de semana. El sábado en la noche, la pareja presidencial aprovechó su estancia en Palm Beach y asistió a la tradicional gala de la Cruz Roja.
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Para la ocasión, que tenía como inspiración “Vienna to Versailles", Melania eligió de nuevo un vestido de un solo tono, uno fucsia de amplia abertura en la falda y recatado escote que emparentó con unos pumps del mismo color. Melania eligió además unos vistosos aretes de esmeraldas y diamantes que contrarrestaban la apuesta monocromática de su traje.
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El domingo en la noche, para ver el Súper Bowl, la pareja presidencial asistió al Trump International Golf Club. Melania eligió unos pantalones blancos y un camisón azul pastel invocando aires más informales para la velada. Donald Trump, por su parte, ni el domingo se desprendió de su habitual corbata roja.
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Aunque en las redes muchos decían que el evento para ver el Súper Bowl parecía más una aburrida boda que una verdadera fiesta deportiva, el presidente celebró que en la entrevista previa a la transmisión del juego hubiera vaticinado el triunfo de Los Patriotas.
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