Gonzalo Otero no pudo quedarse siendo testigo de cómo las aguas habían inundado su barrio y toda la población de Piura. Tomó entonces lo que encontró a la mano: una tabla y el flotador de su vecino y salió a buscar a quién podía ayudar. Después de ayudar a muchos damnificados, otros empezaron a ayudarle en su propósito.