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A diferencia de Michelle Obama, a Melania Trump las revistas de moda no le hicieron caso en su viaje por Asia
La primera dama acertó en la elección de sus vestidos durante su gira de una semana por Japón, Seul y China, pero a pesar de la espectacularidad de algunos de sus modelos, la señora Trump se mantuvo relegada de las primeras páginas de los portales de moda más reputados.
Por una semana, Melania Trump acompañó al presidente Trump por su gira por Asia. Sin embargo y a pesar de que la primera dama resultó tan elegante y adecuada como de costumbre, los medios especializados en moda parecieron pasar por alto en sus portadas sus elecciones estilísticas. Ignoraron incluso esta emblemática foto de la primera dama caminando sola por la muralla china.
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Mientras medios más generales como The Washington Post y CNN hacían un diario de lo que pasaba con Melania en este tour, revistas como Vogue, InStyle, Fashionista o Refinery 29 parecían completamente ajenas a las elecciones de Melania para su visita de turno. La cubrían, (si se pone Melania Trump + Vogue en Google arrojará una serie de artículos recientes) pero la tenían desterrada de sus portadas.
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Ni siquiera el gran acierto de este viaje, la elección que hizo Melania de un kimono largo, bordados, de mangas de piel rosa, diseñado por Alessandro Michele de Gucci que usó para la cena de estado en China, logró llamar la atención de estos medios siempre tan devotos de la marca italiana (que no de la primera dama).
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Esta gira, en la que preciosos vestidos de flores rosas de la marca Dolce & Gabanna conversaban perfectamente con la intensión de congraciar al gobierno chino, parecía la materialización de aquella sentencia que hizo en su momento el portal Fashionista cuando se supo que Donald Trump había sido elegido como presidente.
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“Como individuos, no queremos contribuir a humanizar o poner luz sobre una administración que representa amenazas tan serias para las mujeres, las minorías, los inmigrantes y más. No vamos a decir que nunca escribiremos sobre lo que usa la Sra. Trump, pero lo reservaremos para ocasiones estrictamente noticiosas”.
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En marzo de 2014, cuando Michelle Obama visitó Asia acompañada de sus dos hijas Sasha y Malia, las revistas de moda no descuidaron un solo movimiento de la primera dama. Con urgencia, los portales online de moda se aventuraban a diseminar qué marca había elegido la esposa de Barack Obama para que, paso seguido, el vestido se agotara en las tiendas online.
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Ese frenetismo que por 8 años sintió el periodismo de moda por la política y que hizo que los medios de comunicación, (incluyendo a Univision mismo) celebraran que una habitante de la Casa Blanca se convirtiera en el más rentable ícono de moda ha muerto en la era de Melania Trump. Poco de eso queda por estos días.
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“Melania Trump es una fashionista, pero es muy poco probable que se convierta en un ícono de moda como Michelle Obama”, sentenciaba contundente un artículo de la revista Forbes en el día de la posesión presidencial en el que esbozaba el argumento de que para convertirse en un verdadero ícono de moda, “había que tener más que dinero y una cara bonita”.
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"Michelle Obama usó su estilo personal para amplificar su agenda política y conectarse con estadounidenses promedio", explica al respecto Elizabeth Holmes, quien llevó por años la sección de moda de The Wall Street Journal a CNN. La señora Trump, por su parte, "se viste bellamente y, en su mayor parte, de manera apropiada para la ocasión, salvo por algunos momentos de puntería cuestionables. Todavía es relativamente temprano, pero espero que Melania Trump comience a hacer más con su ropa ".
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El mutismo de los medios de comunicación más tradicionales de la moda en torno a los abrigos estructurados, conservadores, de siluetas holgadas como este de Delpozo que llevó la primera dama en Asia es, en realidad, un silencio particular teniendo en cuenta que Michelle Obama fue tres veces portada de la revista impresa de Vogue y que Hillary Clinton, cuando estuvo en la Casa Blanca, recibió atención.
Getty ImagesClaro, si bien no se hacían extensas galerías con los precios de cada uno de los vestidos que llevaba Melania, (los precios de sus vestidos son tan altos que es casi estratégico omitirlos), la primera dama sí tuvo sus momento para conquistar la atención de estos reacios medios, como ocurrió durante la cena de estado en Tokio, Japón, en donde a pesar de lucir un imponente vestido rojo de la casa itlaiana Valentino, todos parecieron fijarse en la asesora de comunicaciones de Trump, Hope Hicks, que había elegido un esmoquin.
ReutersTambién fue memorable el episodio aquel con las niñas coreanas que a pesar de posar junto a la primera dama de los Estados Unidos, parecían completamente trastocadas con la cercanía de la figura de pop coreano, Choi Min-ho. Ambas anécdotas se concentraron más en resaltar una situación contradictoria o jocosa que en halagar sus vestidos.
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Parece ser que no se está cumpliendo a cabalidad aquello que la polémica directora de Vogue, Anna Wintour, dijo a principio de este año electoral: “La revista tiene la tradición de cubrir la primera dama, sea quien sea la primera dama”. Paradójicamente, hasta ahora la única portada que ha protagonizado Melania Trump ha sido la de Vanity Fair, México, una que fue bautizada como “la portada de la discordia”.
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Quizás los otros medios de moda, como le ocurrió en su momento a la misma Vogue, tengan miedo de ser reprendados por sus lectores por prestarle mucha atención a la primera dama. Quizás y simplemente los medios han encontrado que la elegante Melania no tiene tanta recepción entre su audiencia y se hayan dado a la realidad de que los tiempos de Michelle Obama se han ido.
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