El Vaticano beatifica a una familia asesinada por los nazis por esconder a judíos

En un hecho sin precedentes, el Vaticano beatificó este domingo a la familia Ulma, proceso firmado el mes pasado por el Papa Francisco, quien dijo que sus miembros "representaban un rayo de luz en la oscuridad" de la guerra.

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En un hecho sin precedentes, el Vaticano beatificó este domingo a una familia polaca de nueve miembros -un matrimonio y sus hijos pequeños- que fue ejecutada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial por acoger a judíos.

Durante una misa ceremoniosa en el pueblo de Markowa, en el sureste de Polonia, el enviado papal cardenal Marcello Semeraro leyó la fórmula latina de la beatificación de la familia Ulma firmada el mes pasado por el Papa Francisco.

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En su homilía, Semeraro señaló que por su "gesto de hospitalidad y cuidado, de misericordia" los Ulma "pagaron el precio más alto del martirio".

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Junto al altar se descubrió un cuadro contemporáneo que representaba a Jozef y a Wiktoria Ulma embarazada con sus hijos. Una procesión llevó al altar reliquias sacadas de su tumba. Es la primera vez que se beatifica a una familia entera.

En el Vaticano, hablando al público desde una ventana en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco dijo que los Ulma "representaban un rayo de luz en la oscuridad" de la guerra y deberían ser un modelo para todos en "hacer el bien y en el servicio a los necesitados."

A continuación, el Papa invitó a la multitud que se encontraba abajo a aplaudir a la familia, y se unió a los aplausos. Los congregados en Markowa vieron el discurso de Francisco en pantallas gigantes colocadas junto al altar.

El año pasado, Francisco declaró mártires de la fe a la familia Ulma, profundamente católica, incluido el hijo del que estaba embarazada Wiktoria Ulma. Los Ulma fueron asesinados en su casa por tropas nazis alemanas y por la policía local controlada por ellos en la madrugada del 24 de marzo de 1944, junto con los ocho judíos que escondían en su casa, después de que al parecer fueran traicionados.

Jozef Ulma, de 44 años, era agricultor, activista católico y fotógrafo aficionado que documentaba la vida familiar y del pueblo. Vivía con su esposa Wiktoria, de 31 años; sus hijas Stanislawa, de 7 años; Barbara, de 6 años; Maria, de 18 meses; y sus hijos Wladyslaw, de 5 años; Franciszek, de 3 años; y Antoni, de 2 años.

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Con ellos murieron Saul Goldman, de 70 años, y sus hijos Baruch, Mechel, Joachim y Mojzesz, junto con Golda Grunfeld y su hermana Lea Didner con su hija pequeña Reszla, según el Instituto Estatal de la Memoria Nacional de Polonia, IPN, que ha documentado meticulosamente la historia de los Ulma.

Quien daba las órdenes era el teniente Eilert Dieken, jefe de la policía militar nazi regional. Después de la guerra sirvió en la policía de Alemania. Solo uno de sus subordinados, Josef Kokott, fue condenado en Polonia por los asesinatos, muriendo en prisión en 1980. El presunto traidor fue Wlodzimierz Les, miembro de la policía local controlada por los nazis. La resistencia polaca en tiempos de guerra le condenó a muerte y le ejecutó en septiembre de 1944, según el IPN.

La Iglesia Católica se había enfrentado a un dilema a la hora de beatificar al hijo nonato de Wiktoria y declararlo mártir porque, entre otras cosas, no había sido bautizado, requisito para la beatificación.

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El Dicasterio para las Causas de los Santos del Vaticano emitió una aclaración diciendo que el niño nació realmente durante el horror de los asesinatos y recibió el "bautismo de sangre" de su madre mártir.

La aclaración fue emitida el 5 de septiembre por el cardenal Semeraro, prefecto de la oficina de santidad del Vaticano.

El Presidente polaco, Andrzej Duda, junto con el líder del partido gobernante, Jaroslaw Kaczynski, y el Primer Ministro, Mateusz Morawiecki, así como el rabino jefe de Polonia, Michael Schudrich, asistieron a la celebración en Markowa, y miles de peregrinos vinieron de toda Polonia para participar.

El partido conservador gobernante en Polonia ha hecho hincapié en los valores familiares y en el heroísmo de los polacos durante la guerra, y la ceremonia de beatificación se sumó a su intensa campaña política de cara a las elecciones