Mexicanos divididos a un año de AH1N1
Ahora que se sabe que el mal no era tan dañino como se pensó en un primer momento, las opiniones están divididas en torno a si la epidemia sirvió para preparar mejor al mundo para una pandemia de gripe aviar potencialmente más peligrosa, o si, por el contrario, dejó a la opinión pública fatigada y desconfiada, poco inclinada a tomarse en serio el próximo episodio de este tipo.
Muchos mexicanos creen que las recomendaciones iniciales del gobierno fueron contraproducentes y cuestionan la tardanza en la llegada de vacunas.
Pero el director del Centro Nacional de Epidemiología y Control de Enfermedades insiste en que el país --y el mundo-- están hoy mejor preparados para otro brote de gripe más grave.
"Tuvimos mucha suerte de haber tenido esta oportunidad de hacer pruebas con un virus", declaró Miguel Angel Lezana.
Agregó que, tarde o temprano, habrá un brote de gripe mortal y que "hay que estar preparados".
Cinco días después del anuncio de la llegada del brote, hecho el 23 de abril pasado, la ciudad de México estaba prácticamente paralizada: los comercios cerraron por orden del gobierno y no se veía a casi nadie en la calle. Cundía el temor y el recelo.
Un año después, pasó el miedo, pero todavía los mexicanos lidian con las consecuencias humanas y económicas de la epidemia.
La pandemia mató a 1.185 personas en México y a 17.700 en todo el mundo. El turismo, una de las principales fuentes de ingresos del país, todavía no se ha recuperado del todo.
Lezana calcula que la mitad de los 107 millones de habitantes de México son inmunes al virus porque se vacunaron o contrajeron una forma moderada de la enfermedad, lo que hace que disminuyan las posibilidades de un nuevo brote.
Las autoridades mexicanas, como las de otros países, tienen
problemas para convencer a la población de que usen las vacunas. Si
bien ya han sido vacunadas tres cuartas partes de las 30 millones de
personas que se propuso vacunar, mucha gente se pregunta si realmente
vale la pena exponerse a las reacciones, reales o imaginarias, que se
supone genera la vacuna.
Carla González, un ama de casa de 25 años, dice que siente que el gobierno la engañó.
La vacuna la enfermó y sospecha que no hubo una emergencia, sino que
el gobierno exageró las cosas para desviar la atención de los problemas
sociales y económicos, algo que aduce también la izquierda.
"No me volveré a vacunar", sostuvo González. "Todavía no sabemos si fue algo real o algo que se inventaron las autoridades".
La Organización Mundial de la Salud calcula que en uno de cada 10.000 casos la vacuna produce reacciones adversas.
A raíz del brote, México desarrolló la capacidad de producir sus
propias vacunas. Su campaña de vacunación incluye puestos en las
estaciones de trenes donde se inocula a la gente.
Una lección que dejó la crisis es que la información circula más rápido por la internet que por los canales oficiales.
El secretario de salud de la Ciudad de México Armando Ahued dice que
el programa de vacunación fue afectado por "rumores que comenzaron a
circular en la internet de que la vacuna era mala... los cuales
generaron un gran temor en el público".
Otra lección: Reportar rápidamente el brote y tomar medidas firmes para combatirlo perjudican el turismo.
Las autoridades mexicanas promueven la creación de un fondo
internacional para compensar a los países que reportan brotes de
enfermedades. De lo contrario, "la próxima vez los países dirán 'esto
va a afectar nuestra economía, mejor no decimos nada'", expresó Ahued.
El experto comentó que el mensaje del gobierno ha llegado a la
gente, que sabe que debe tratar de evitar la infección y buscar
tratamiento rápido.
"Ahora, cuando vas a un restaurante o a un sitio público, casi
siempre te dan un gel (desinfectante). Estamos más educados", expresó.
Franciso Santos, de 28 años, cumplió con todas las instrucciones del
gobierno y se siente engañado. Por ejemplo, usó mascarillas y ahora se
dice que no sólo no lo protegían a uno, sino que podían haber aumentado
los riesgos.
Guadalupe Soto Estrada, epidemióloga del Departamento de Salud
Pública de la Universidad Nacional, explicó que el uso de mascarillas
desechables "a veces es peor, porque la gente se las saca y las
toquetea, y es probable que le queden microorganismos de cualquier
superficie con la que entran en contacto".
Las autoridades ahora recomiendan mascarillas únicamente para la gente que está infectada.
"Espero que la próxima vez dispongan de mayor información y sean más
cautelosas", dijo Santos. "Generaron alarma. Hubo muchos perjuicios
económicos y psicológicos".