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NASA chocará con un cometa el 4 de julio

NASA espera abrir un orificio del tamaño de un estadio en un cometa que viaja a 130 millones de kilómetros, para estudiar el origen de la vida.
1 Jul 2005 – 12:00 AM EDT
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La colisión, espera la NASA, provocará una lluvia de chispas espaciales y abrirá un orificio del tamaño de un estadio en un cometa cuya área es de unos 40 kilómetros cuadrados (más o menos la mitad de la isla de Manhattan). De esta manera, los astrónomos podrían echar un primer vistazo a las entrañas de estos cuerpos celestes.

Si todo sucede de acuerdo con los planes, la nave espacial Deep Impact (Impacto Profundo) lanzará una sonda del tamaño de un tonel de vino hacia el Cometa Tempel 1, que se encontrará a unos 130 millones de kilómetros de la Tierra en el momento del impacto.

"Es una bala que trata de alcanzar a una segunda bala con una tercera bala en el momento preciso y en el lugar preciso", explicó Rick Grammier, un directivo del proyecto en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California.

Los científicos esperan que la colisión del 4 de julio abra un cráter en la superficie del cometa que les permita ver su núcleo prístino y tal vez revele algunos indicios cósmicos acerca del origen del sistema solar.

La flota de observatorios espaciales de la NASA -con los telescopios Hubble, Spitzer y Chandra- y una batería de telescopios de Tierra alrededor del mundo observarán y registrarán el impacto, así como el cráter resultante.

¿Qué podrá ver un observador desde la Tierra no provisto de instrumentos especiales?

Los científicos no lo saben. Pero si la sonda da en el blanco, la luminosidad del cometa podría aumentar hasta 40 veces, lo cual lo volvería visible al ojo en muchas partes del hemisferio occidental.

Si la misión de 333 millones de dólares tiene éxito, Deep Impact será la primera nave espacial que toque la superficie de un cometa. En 2004, la nave Stardust de la NASA se acercó a 236.5 kilómetros del cometa Wild 2 cuando volvía a Tierra cargada con muestras de polvo interestelar.

Los científicos dicen que el valor científico de Deep Impact dependerá de las respuestas que brinde a interrogantes sobre el nacimiento del sistema solar.

Los cometas -bolas congeladas de hielo, rocas y polvo- son escombros que sobraron cuando una nube de polvo y gas se condensó para conformar el sistema solar hace 4,500 millones de años. A medida que se acercan al sol, la superficie de los cometas se recalienta, de manera que sólo el interior congelado conserva material original.

Se sabe muy poco sobre los cometas y sus núcleos primordiales. Es imposible prever exactamente qué sucederá en el momento del impacto con Tempel 1 el lunes. Los científicos creen que se formará una depresión circular de la cual saldrá despedido un penacho cónico de escombros hacia el espacio.

No hay de qué preocuparse, dice la NASA: El experimento no alterará significativamente la órbita del cometa, ni sus restos chocarán con la Tierra.

Descubierto en 1867, Tempel 1 es un cometa de período breve, lo cual significa que gira alrededor del sol en una órbita elíptica entre Marte y Júpiter y se vuelve visible cada seis años aproximadamente.

La nave espacial inició su viaje el pasado 12 de enero en Cabo Cañaveral, Florida. En marzo, los científicos se sobresaltaron al advertir que las imágenes de uno de los telescopios de Deep Impact estaban fuera de foco.

Resolvieron el problema, y un mes más tarde, Deep Impact tomó su primera foto de Tempel 1 desde 64 millones de kilómetros, para mostrar una gran esfera de hielo sucio y roca. A mediados de junio, los científicos procesaron las primeras imágenes del núcleo brillante del cometa desde 32 millones de kilómetros, que ayudará a la sonda a apuntar al blanco.

Las imágenes más recientes de Tempel 1, captadas el 14 de junio por el telescopio espacial Hubble, muestran un abanico de gas y polvo que se levanta de la superficie del cometa, y que no aparecían en fotos tomadas pocas horas antes.

Este tipo de emanaciones son normales en los cometas y provienen probablemente de grietas en la superficie que permiten la salida del material más volátil del interior del cuerpo.

Las fotos desde el Hubble indican que Tempel 1, al igual que muchos cometas, puede emitir chorros de material de su núcleo. En el caso del incidente fotografiado hace dos semanas, probablemente la erupción se debió al calentamiento por el Sol.

La verdadera acción empezará en la madrugada (hora del este de Estados Unidos) cuando la nave libere una sonda de cobre de 372 kilos llamada "impactador" en un viaje de ida hacia la trayectoria del cometa. Durante las 22 horas siguientes, el control de la misión en Pasadena orientará las dos naves hacia Tempel 1.

Dos horas antes del encuentro del 4 de julio, el impactador pasará a piloto automático: sus programas de navegación y sus cohetes de impulso lo llevarán hacia la cara del cometa iluminada por el sol para que los telescopios orbitales y terrestres tengan la mejor vista.

Mientras tanto, la nave espacial, con su cámara de alta resolución, buscará la mejor posición para registrar el impacto, y minutos después de éste pasará a unos 500 kilómetros del cometa.

La colisión está prevista para las 05:52 GMT cuando el cometa, que surca el espacio a nueve kilómetros por segundo, atropelle al impactador, que hasta el momento de su muerte tomará las fotos más próximas a Tempel 1.

La colisión abrirá un cráter cuyas dimensiones oscilarán entre las de una casa y las de un estadio, con una profundidad de dos a 14 pisos. Un penacho de hielo y polvo se alzará del hoyo y posiblemente permita ver el núcleo.

Los científicos dicen que si el cometa es poroso como una esponja, el cráter tendrá unos 200 metros de ancho y 45 de profundidad. Esto indicaría que el núcleo contiene material prístino del sistema solar.

Pero si la materia del cometa está muy condensada, el cráter sería mucho menor. Otra posibilidad es que el cometa sea tan poroso, que absorbería la mayor parte de la energía del impactador; en ese caso el cráter sería pequeño pero muy profundo.

La nave madre tendrá menos de 15 minutos para tomar fotos de la colisión cósmica y el cráter resultante antes de que la alcance una lluvia de escombros. Los científicos esperan recibir datos en tiempo casi real del impactador y la nave.

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